Belle da Costa, la mujer que disimuló su origen en 1905 y acabó dirigiendo la biblioteca más legendaria de Nueva York

Una de las instituciones legendarias de Nueva York, la Morgan Library (Biblioteca Morgan), cumplió 100 años en 2024, lo que sirvió para recordar a su primera directora y bibliotecaria: Belle da Costa Greene (1883-1950), una figura cuyo legado se engrandece en el tiempo. Su padre, ­Richard Theodore Greener, fue el primer afroamericano graduado de Harvard y un reconocido activista por los derechos civiles. Animada por su madre (nunca por su padre, con quien rompió todo vínculo), se fue integrando en la élite de la ciudad gracias al tono blanco de su piel. Optó por disimular su origen racial y adoptó los apellidos Da Costa y Greene, que sugerían un aire portugués, latino, exótico. Destacaba por su belleza y su elegante estilo de vestir y se movió en espacios inaccesibles para la mayoría de las personas negras.

La Morgan Library fue concebida como la biblioteca privada del financiero John Pierpont Morgan. Entre 1902 y 1906 encargó al arquitecto Charles Follen McKim la construcción de un edificio al estilo palacio renacentista, junto a su residencia en la avenida Madison. Tras la muerte de J. P. Morgan en 1913, su hijo, J. P. Morgan Jr., tomó el relevo. La ampliación de 2006 fue proyectada por Renzo Piano. Es visitada por académicos y turistas que la valoran por su arquitectura y su colección única de más de 350.000 manuscritos.

Belle da Costa Greene fue la cabeza pensante de este tesoro desde 1905, cuando se convirtió en la bibliotecaria particular de J. P. Morgan, quien la nombró directora cuando la institución se abrió al público en 1924, cargo que ocupó hasta 1948. Morgan hizo caso omiso a los rumores malintencionados sobre su procedencia étnica. Greene respondió con su infatigable dedicación a que esa biblioteca alcanzase una dimensión internacional. Durante dos décadas supervisó cada detalle de este cosmos intelectual y gestionó las adquisiciones de libros raros, manuscritos o dibujos (algunos de Rembrandt). Su mayor orgullo como medievalista fue adquirir el único ejemplar de la primera edición de La muerte de Arturo, de sir Thomas Malory, impresa por William Caxton en 1485 y que aún se conserva.

No fue el suyo un camino fácil. Como anécdota, cuenta Celia McGee en The New York Times que la coleccionista Isabella Stewart Gardner, rival de Morgan, destiló su maldad en una carta dirigida al influyente crítico de arte Bernard Berenson en 1909, refiriéndose con tono ofensivo a Greene como “una mestiza que no podía evitar mentir”.

En 2021 la novela histórica basada en su vida The Personal Librarian, escrita por Marie Benedict y Victoria Christopher Murray, se convirtió en un superventas. Hasta el pasado mes de mayo estuvo abierta en la biblioteca la exposición Belle da Costa Greene: el legado de una bibliotecaria, que iluminaba su brillante carrera y las tensiones personales sufridas por el racismo. Philip Palmer, jefe del departamento de manuscritos literarios e históricos, y Erica Ciallela, curadora del proyecto de exposiciones, explican: “Belle da Costa Greene logró desenvolverse en un mundo que intentaba imponerle límites debido a su raza y su género. Su historia inspira a futuras generaciones de mujeres. El legado de Greene se aprecia en las colecciones que ayudó a desarrollar, en los servicios de sala de lectura y en los programas de exposiciones que estableció. Sus ideas sobre el acceso a libros y manuscritos fueron pioneras en su época. Creía que las colecciones debían estar abiertas a los investigadores y ser disfrutadas por el público en grandes exposiciones; ambos principios rectores de la Morgan en la actualidad”.