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John Akomfrah, artista: “La gente está infeliz con sus vidas y el estado de su país, y culpan de ello a los inmigrantes”

Nacido en Ghana pero sir por la gracia del rey Carlos de Inglaterra, Akomfrah es uno de los artistas más respetados del Reino Unido. Su mirada sobre los movimientos migratorios y la historia colonial llega al Museo Thyssen de Madrid

John Akomfrah, artista
Ianko López

“Soy una figura inglesa problemática”, afirma sir John Akomfrah (Acra, 68 años), artista visual. “Nací y crecí en Ghana, dentro de una burbuja optimista y cosmopolita, y en 1966 empezó el exilio. He vivido en el Reino Unido durante la mayor parte de mi vida, pero al mismo tiempo me han influido artistas y escritos de muchos lugares, en especial del Caribe”.

En un despacho de la galería que lo representa, Lisson (una de las más poderosas del mundo), en el centro de Londres, Akomfrah cuenta su historia en tono cálido y cercano que puntúa con explosiones de risa. Es el artista que el año pasado representó al Reino Unido en la Bienal de Venecia con Listening All Night to the Rain (escuchando toda la noche la lluvia), una vasta instalación audiovisual multipantalla que, dividida en “cantos” o capítulos, expone temas como la emergencia climática, los movimientos migratorios, la historia colonial y en general la experiencia humana, a través de un bombardeo de imágenes de archivo o rodadas ex profeso. Desde el 4 de noviembre, esta ópera magna puede verse en el Museo Thyssen-Bornemisza gracias a la Fundación TBA21, de Francesca Thyssen-Bornemisza, que estuvo involucrada en el proyecto desde su inicio, y que hace siete años ya llevó a la institución madrileña otro trabajo reciente del mismo autor, Purple (2017).

Nacido dos meses después de que Ghana dejara de ser colonia británica, hijo de una pareja de activistas anticoloniales, a los nueve años Akomfrah perdió a su padre en el tumulto del golpe de Estado que derrocó al presidente Kwame Nkrumah, y la familia emigró, primero a Estados Unidos y luego a Inglaterra. Allí desarrolló su carrera como creador audiovisual, como parte del colectivo Black Audio Film Collective (1982-1998), tras lo que fundó junto a sus compañeros Linda Gopaul y David Lawson la productora Smoking Dogs Films. Su labor le ha valido numerosos honores que culminaron en 2023, cuando fue nombrado sir por Carlos III. Sus últimos trabajos, como el que presenta en España, tienen algo de monumento, pero al mismo tiempo renuncian a la monumentalidad al utilizar imágenes encontradas en archivos. Igual que él, un bastión de la mejor cultura británica contemporánea que a la vez abraza la condición de paria a modo de gesto político y moral.

“Desde mis inicios en el colectivo, pensé que era esencial confrontar la idea del monumento”, recuerda. “Construyo mis películas a partir de los escombros que son las imágenes de archivo, método que para mí es una cuestión ética. Se trata de asumir el espacio del paria en este mundo que tiene personajes como Nigel Farage, que pretenden sanear y desinfectar la sociedad de forma cada vez más histérica, cobarde y amnésica”.

Sobre el líder ultraderechista británico y las otras figuras trumpistas que están tomando al asalto la política mundial, elabora el siguiente diagnóstico: “La gente está infeliz con sus vidas y el estado de su país, y culpan de ello a los inmigrantes. Es muy triste. Pero, en realidad, no estoy preocupado en absoluto, porque no creo que el proyecto ultraderechista llegue a nada. Me parece una broma. Hay algo enormemente cómico a la vez que trágico en sus contradicciones”.

Reivindica su identidad, contradiciendo a quienes proclaman que las llamadas políticas identitarias tienen excesivo protagonismo en el arte contemporáneo: “Creo que la justificación racial es importante, y que hay algo llamado Antropoceno, y también me he formado en las ideas feministas. ¿Todo eso me convierte en alguien limitado por las políticas identitarias? No lo creo. Soy un artista negro que creció en Inglaterra en los setenta, y me alegro de abrazar eso, que no me supone ninguna limitación. Yo entendí que era posible para mí y para la gente como yo ser una fuerza de representación política si tomábamos posesión de la narrativa desde nuestra forma de ver el mundo”.

El Thyssen-Bornemisza encarna la institución museística occidental, tan contestada últimamente como heredera del colonialismo. Pero, de nuevo, sobre esto Akomfrah expresa opiniones nada simplistas: “El Thyssen es uno de los lugares que más amo, porque no es un cubo blanco, una tabla rasa, sino que en él los distintos objetos y artistas entablan una conversación. El ataque nihilista a los museos no es algo bueno. Dicen que deberían descolonizarse, pero eso no va a ocurrir porque quites cosas de ellos. Son lugares de refugio, y no deberían acoger menos cosas, sino más. De niño iba mucho a la Tate Gallery. Y allí se forjó mi decisión de hacerme artista, al darme cuenta de que todo lo que había no era como yo. Entonces te ofendes. ¿Y qué demonios vas a hacer? ¿Qué preferirías ver, qué preferirías que ocurriera allí? No debemos temer la provocación y la ofensa. Deberían ser el principio de algo, no el final”.

Del mismo modo, planta cara a quienes le reprochan las contradicciones entre su discurso anticolonial y la aceptación de títulos como el de comendador del Imperio Británico o el de caballero, el que le da derecho al sir ante su nombre. “Cuando me lo ofrecieron, lo hablé con mi familia, y hasta mi madre, militante comunista, me dijo que debía aceptar. El mismo año lo recibió también Grayson Perry [artista de raza blanca, nacido en Inglaterra, que suele presentarse en público con atuendos femeninos]. ¿Por qué está bien que él lo acepte y yo no? Pareciera que su radicalidad no se compromete por ello, y la mía sí”.

Esa radicalidad no está solo en el mensaje, sino también en los medios. Su narración fragmentada, emitida a través de múltiples pantallas, desafía las bases del cine tal y como lo conocemos y abre las puertas al poscine. “El cine siempre se reinventa”, dice. “Como yo, más gente se formó en él y lo ve como una herencia filosófica y estética, pero no quiere encadenarse a ella. Puede gustarte Martin Scorsese, y querer hacer las cosas de otra manera”. Lo que no impide que le tiente la idea de medirse con un cine más mainstream, como hizo su colega Steve McQueen: “Si me lo hubieran preguntado hace cinco años, habría dicho que no. Pero últimamente creo que lo haré, si tengo fuerzas. No me quita el sueño. Si ocurre, bien. Si no, no pasa nada”.

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Sobre la firma

Ianko López
Es gestor, redactor y crítico especializado en cultura y artes visuales, y también ha trabajado en el ámbito de la consultoría. Colabora habitualmente en diversos medios de comunicación escribiendo sobre arte, diseño, arquitectura y cultura.
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