En posición de espera

Me pregunto si esta foto sería la misma si la silla se encontrara colocada al revés: mirando hacia nosotros en vez de al mar. “Mirando hacia nosotros”, digo, como si las sillas tuvieran la capacidad de mirar. Y es que la tienen. Lo que vemos al fondo es un equipo militar buscando víctimas de la dana, el pasado 12 de noviembre de 2024, en la Albufera de Valencia. Tal vez, si dieran con alguna, lo primero que harían sería sentarla a fin de que se recuperara. Las sillas, en fin, poseen esa capacidad de recibirte o de darte la espalda. Las sillas viven. Esta, en su humildad, es capaz de mostrarnos una tranquilidad desesperada. Ignoramos por qué medios ha llegado hasta ahí, suponemos que la arrastró la riada. Se trata de una silla humilde, de las de enea: se llaman así porque su asiento está hecho de un junco que crece con facilidad en los humedales y que se utiliza también para hacer cestos, esteras y alfombras. Mezclada con barro o cal, se ha utilizado como aislante térmico y acústico en la arquitectura popular. Decimos muchas cosas, en fin, cuando pronunciamos la palabra “enea”.
En este caso, sirve para mostrar la desesperación de la silla. Obsérvenla deshilachada, despeinada, diríamos, en una de las barras del respaldo, como las greñas de un náufrago. Es milagroso que se mantenga todavía en pie. Quizá las aguas la dejaron tumbada y una mano caritativa la levantó para colocarla en posición de espera. Los objetos nos hablan con frecuencia de las desgracias de los seres humanos. Habría que fundar un museo con los que lograron sobrevivir a esta catástrofe.
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