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¿De dónde procede el pescado que comemos? La importancia de la acuicultura en la alimentación del futuro

Más de la mitad de los alimentos que se originan en mares y ríos procede de esta práctica, un sector que crece para suministrar un alimento básico en la dieta.

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El pescado es uno de los alimentos esenciales en cualquier dieta equilibrada, como nos recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), que recomienda el consumo semanal de dos porciones de entre 150 y 250 gramos. Fuente de proteínas y ácidos grasos saludables, los productos de mares y ríos son una presencia constante en la dieta mediterránea, y en España la media de consumo anual per cápita está en torno a los 19 kilos, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Como en otros sectores de la alimentación, garantizar este suministro a una población que aumenta cada año es un reto, en especial si lo relacionamos con unas prácticas de sostenibilidad que respeten los recursos naturales. Según alerta la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el consumo mundial de alimentos derivados de animales acuáticos aumenta a un ritmo dos veces superior al de la población mundial, que para el año 2050 se estima que alcanzará los 10.000 millones de habitantes en todo el mundo. En ese contexto, prácticas como la acuicultura juegan un papel clave no solo en el futuro de la alimentación, sino en el momento presente, aunque muchos consumidores no sean conscientes.

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Una práctica ancestral que se renueva

Desde tiempos ancestrales, la humanidad ha buscado un modo para obtener pescado de una manera más controlada, buscando trasladar a mares y ríos los beneficios de la agricultura. Un ejemplo lo podemos encontrar en las piscinas excavadas en la roca en la playa de El Campello, en Alicante, que datan de la época romana. A través de este sistema, estas albercas se comunicaban con el mar y un sistema de compuertas permitía contener a los peces en su interior, a la vez que mantenían las condiciones de su entorno natural.

Estas prácticas son las antecesoras de lo que hoy en día se denomina acuicultura, el cultivo de peces y algas, en entornos controlados. Desde la época del imperio romano a nuestros días, sus técnicas se han ido sofisticando con el tiempo, permitiendo la obtención de alimentos en sus medios de origen de manera controlada, y convirtiéndose en un complemento a la pesca extractiva de manera que los productos de mares y ríos puedan llegar a los consumidores conservando el mismo sabor y una mayor disponibilidad.

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La acuicultura permite, además, que el consumidor pueda elegir entre una mayor variedad de pescados siempre disponibles, ya que se adapta a los diferentes entornos y zonas costeras y de ríos para facilitar el cultivo de diferentes especies. En nuestro país, entre las más abundantes en la acuicultura encontramos la dorada, la lubina, la trucha arcoíris, el rodaballo o el atún rojo, entre muchas otras especies. El hecho de no depender de la estacionalidad, sumado a la posibilidad de mantener un control sobre el número de ejemplares que se producen, hace que la cosecha se mantenga estable y previsible, lo que permite que no haya grandes variaciones de precio para el consumidor final, debido a la escasez o los picos puntuales de demanda.

Un sector en crecimiento

La acuicultura no solo supone una manera de asegurar que el pescado siga siendo un alimento básico de nuestra dieta a la vez que se respeta el entorno natural, sino que además se ha convertido en un importante sector productivo para España. En 2024, nuestro país generó el 24,6% del volumen total de la cosecha de la Unión Europea de productos de acuicultura, situándose a la cabeza de la UE, con más 1,09 millones de toneladas de productos acuáticos cultivadas en 2022.

En términos laborales, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación indica que en 2022, 10.253 personas trabajaron de manera directa en el sector de la acuicultura, mientras que los datos de empleo indirecto alcanzan a las 25.634 personas. Unos datos que muestran el arraigo de la acuicultura en España, dentro de unos datos globales que muestran su importancia: en 2020, la producción acuícola mundial superó por primera vez a la pesca extractiva.

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