Ir al contenido
_
_
_
_
Blogs / El Viajero
El blog de viajes
Por Paco Nadal

Por la abrupta costa de Cartagena en busca de sus mejores playas

El litoral del municipio murciano es una de las joyas costeras del Mediterráneo. Varios accidentes geográficos y la presencia de un puerto estratégico desde tiempos de los cartagineses le confieren unas características únicas

Cartagena Murcia
Paco Nadal

La costa del municipio de Cartagena es de las más extensas, abruptas y variadas de la Región de Murcia. Una diversidad en la que inciden varios factores. Por un lado geográficos, como que le corresponda una parte de la laguna del mar Menor y la manga de arena que la cierra, o la presencia de unas montañas negras y resecas que no son más que la estribación oriental de la cordillera Penibética, que muere en cabo de Palos, y que provoca la existencia de acantilados, miradores y farallones donde no ha podido llegar el ladrillo. Y por otro, la presencia del puerto de Cartagena, base de la flota del Mediterráneo, que por razones de seguridad también frenó el avance de los resorts veraniegos en sus inmediaciones y que con sus baterías de costa y sus fortalezas pone una nota de arqueología militar en el paisaje. El resultado: infinidad de arenales, calas y recovecos que hacen las delicias de los amantes del mar y de la playa, de navegantes o de buscadores de soledad para la práctica del nudismo.

Empezando por el este, lo primero que aparece es la larga franja arenosa de La Manga (compartida con el municipio de San Javier), uno de los hitos geográficos más singulares de la costa española. La Manga es una barrera de arena natural que cerró la bahía de agua salada que ahora conocemos como mar Menor. Podría haber sido un paraíso, pero el sueño terminó —como tantos otros lugares de la costa mediterránea— enterrado bajo toneladas de cemento.

La Manga, a vista de dron.

La Manga es hoy un monumento a la codicia humana y a la desvergüenza de unas Administraciones Públicas que en esta región estuvieron siempre infectadas hasta el tuétano por el lobby del ladrillo. Aun así, y pese a esos desmanes, los tres kilómetros de litoral manguero que corresponden a Cartagena (de un total de casi 20 que tiene La Manga) son un playazo sensacional de arena dorada y aguas transparentes que empiezan en la playa del Galúa —donde hay un famoso chiringuito y uno de los primeros hoteles que se construyeron en la zona— y terminan en el peñón rocoso que soporta el faro de cabo de Palos.

A Cartagena pertenece también una buena porción del mar Menor, la laguna de agua salada más emblemática de la costa mediterránea que, por desgracia, sufre procesos de eutrofización periódicos (exceso de materia orgánica). Aquí también encontrarás muchas playas: las más recomendables son Playa Honda, Playa Paraíso, Puerto Bello o la de la isla del Ciervo (estas dos últimas, ya en La Manga). Al estar en la zona oeste de la laguna, lejos de la zona de influencia de los cultivos del Campo de Cartagena, no han sufrido tanto los efectos de ese proceso degenerativo.

Vista área del puerto de Cartagena (Región de Murcia).

El cabo de Palos es el icono de la costa cartagenera, y su faro, un ojo de cíclope que lleva alertando a los navegantes que doblan este accidente geográfico, clave en la navegación de cabotaje en el Mare Nostrum desde el 31 de enero de 1865. A sus pies hay varias calas muy agradables y frecuentadas por bañistas. Y hacia el norte se abre la gran playa de Levante, zona de veraneo elegante desde hace décadas, con muy buenos servicios y otro famoso chiringuito.

Al sur del promontorio de cabo Palos empieza otra zona kilométrica de acantilados, jalonada por muchas calas y playas. La primera de todas es cala Reona, de muy fácil acceso desde la rotonda de entrada a cabo de Palos, y también con buenos servicios y restaurante a pie de playa. Y luego viene el mejor espacio natural de todo este litoral: el parque regional de Calblanque. Es un trozo de costa salvado milagrosamente de la especulación inmobiliaria en 1985, con sierras áridas, dunas fósiles, antiguas salinas, larguísimas y doradas playas y un mar intensamente azul. Uno de los mejores lugares costeros de toda la Región de Murcia. Se puede llegar en coche por un desvío señalizado en las salidas 9bis y 10 (señalizadas “Calblanque”) de la vía rápida MU-312 de Cartagena a La Manga / Cabo de Palos, pasado Los Belones. Eso sí, en verano está prohibido el acceso en vehículos particulares; hay que dejar el coche en un aparcamiento disuasorio y continuar con los buses lanzadera.

La playa de Calblanque, en el parque regional del mismo nombre.

El arenal más cercano a la ciudad de Cartagena es cala Cortina, que aparece tras rodear el puerto y el barrio de Santa Lucía y atravesar un túnel por la vieja N-343. Se puede llegar incluso andando desde el centro urbano. Es una cala muy tranquila con 250 metros de arena gruesa y muy frecuentada por los cartageneros. Hay varios restaurantes a pie de playa y todo tipo de servicios. En verano, la ocupación es muy alta por su proximidad a la ciudad.

Cala Cortina, ubicada a cuatro kilómetros de la ciudad de Cartagena.

Muy querida también por los cartageneros dada su cercanía —a unos 12 kilómetros hacia el oeste por la RM-E21—, es la playa de El Portús, una cala de guijarros muy amplia encajada entre esos altos paredones negruzcos de la Penibética. Es una cala-playa familiar, famosa por su camping, actualmente en reformas (prevén reabrir este verano). Cuenta con un pequeño núcleo urbano y una zona de playa de piedra fina justo donde acaban las casas. Luego, caminando hacia la izquierda se llega a la cala nudista, separada de la anterior por una colina. Un sitio delicioso y muy natural que parece sacado de otro tiempo.

Siguiendo hacia el oeste, y una vez pasado el imponente cabo Tiñoso, un espolón de roca que se eleva unos 350 metros sobre el mar y donde aún pueden verse los grandes cañones Vickers de 15 pulgadas que protegían la entrada al puerto de Cartagena, se llega a La Azohía, el último pueblo de Cartagena por la costa antes de entrar en el término de Mazarrón y al que se accede saliendo desde Cartagena en dirección a Canteras y el Puerto de Mazarrón. Se trata de un encantador y tranquilo pueblecito de pescadores y veraneantes que parece sacado de otro tiempo y donde aún se instala cada año una almadraba de atún. Lo más destacado es su ambiente tranquilo y pausado, nada que ver con grandes y masificados lugares turísticos. En realidad, son varias playas y calas seguidas que abarcan desde cabo Tiñoso hasta Isla Plana, todas de arena y grava fina. Sobre el pequeño pueblo pesquero, situado al final de la carretera, despunta la torre de Santa Elena, un viejo fortín defensivo del siglo XVI, de los muchos que se construyeron en la zona para avisar a sus pobladores de la presencia de piratas berberiscos.

La torre de Santa Elena, también conocida como torre de La Azohía.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Paco Nadal
Soy periodista de viajes, que no influencer. He hecho del viaje una forma de vida nómada… Y soy feliz así. Viajo por todo el mundo con mis cámaras y mis drones filmando documentales desde los que intento mostrar que el mundo, pese a todas nuestras agresiones, sigue siendo un lugar bellísimo y lleno de gente maravillosa.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_