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Blogs / El Viajero
El blog de viajes
Por Paco Nadal

Una vuelta ciclista al mar Menor con final inesperado

Con sus luces y sombras, la laguna costera murciana sigue siendo un enclave natural privilegiado en el Mediterráneo, lleno de endemismos y parajes sorprendentes. Circunvalarlo en bicicleta es ya una tradición veraniega obligada para todos los aficionados a las dos ruedas de la zona

Playa Paraiso mar Menor
Paco Nadal

La naturaleza tuvo una genialidad y construyó una gigantesca piscina salada de 170 kilómetros cuadrados de superficie donde el sol brilla casi tanto como la ausencia de oleaje. Es el mar Menor, el paraje más singular de la Región de Murcia, aislado del otro mar, el “Mayor” o Mediterráneo, por una manga de arena continua de 20 kilómetros. Aunque afectado como toda la costa mediterránea por el exceso de construcción desde los años 70, y en particular, desde hace décadas, por el exceso de nutrientes que llegan a sus aguas procedentes de los cultivos del campo de Cartagena —provocando episodios de anoxia y de turbidez puntual del agua—, el mar Menor sigue siendo un lugar encantador, con los atardeceres más bonitos del mundo (para los que lo llevamos en el corazón) y lleno de singularidades.

Una de las mejores maneras de descubrirlo es en bicicleta, circunvalándolo tan cerca del mar como sea posible, una actividad que llevan a cabo docenas de cicloturistas cada verano. Un buen punto de inicio es el puerto deportivo Tomás Maestre, en el kilómetro 13 de La Manga, aunque al ser una ruta circular cada cual puede iniciarlo donde quiera, incluso en la puerta de su casa. Desde el Maestre se toma el carril bici en dirección sur para afrontar los 10 primeros y más caóticos y chistosos kilómetros del recorrido. El pseudo carril para bicicletas que el Ayuntamiento de San Javier se sacó de la manga —nunca mejor dicho— en la porción de La Manga que corresponde a este municipio es un chiste en sí mismo. Interrumpido por todo tipo de obstáculos, con tramos que van en dirección contraria a los coches en los carriles de giro de sentido, compartido con paseantes, corredores, cubos de basura, familias con carritos de bebé, colas de la churrería y camiones de reparto mal aparcados, es más una gincana absurda que un carril bici. Pero es que en La Manga todo se hizo al asalto, sin pies ni cabeza. Por fortuna, al llegar a Monte Blanco, se entra en el término municipal de Cartagena y aquí el carril bici, sin ser para tirar cohetes, está mucho mejor trazado y planificado.

El extremo sur de la laguna lo marca el cabo de Palos, con su pequeño y animado puerto y su enorme faro, posiblemente el pueblo con más encanto de todo el mar Menor. No es necesario entrar en él, pues la ruta cicloturista sigue hacia la derecha, hacia las salinas de Marchamalo, pero no es mala idea hacer un pequeño desvió para almorzar en alguno de sus famosos restaurantes con vistas al mar.

Marjal antes de llegar a Mar de Cristal.

Las salinas de Marchamalo, en el kilómetro 15 de nuestra ruta, son un espacio protegido con la típica vegetación de los saladares, en donde las balsas de agua somera espejean cada atardecer como un incendio de ocres, bermellones y almagres. En ellas vive aún el fartet, un pez endémico de aguas muy salinas, y anidan o pasan temporadas multitud de aves, incluidos cientos de flamencos que atraen a muchos curiosos y fotógrafos de naturaleza.

La ruta ciclista ha entrado ya en playa Paraíso, otro de los rincones encantadores, con un excelente arenal poco concurrido siempre. Luego, tras el área de Villas Caravaning, viene un tramo de senda por un marjal de cañaverales y plantas halófilas. Es fácil orientarse porque hay postes de madera indicativos de la ruta; son rojos con letras blancas y las indicaciones de “Itinerario ecoturístico, tramo Mar Menor Sur”, que por aquí coincide con el sendero GR92. Es una de las pocas zonas sin construcciones que vamos a atravesar en la jornada.

Pasarela de madera antes de llegar a Los Nietos.

El marjal enlaza directamente en el kilómetro 19 con el paseo marítimo de Islas Menor y Mar de Cristal, dos de las urbanizaciones históricas de esta parte de la laguna. En el 20,45 se vuelve a salir a campo abierto, por otra senda que salva la rambla de la Carrasquilla mediante una pasarela de madera. Y en el 21 se entra en Los Nietos, una pedanía de Cartagena donde parece que el tiempo se detuvo. Es, junto con la siguiente, Los Urrutias, la localidad veraniega del mar Menor que menos ha evolucionado en décadas, donde los veraneos son aún como los de antes, familiares, de silla de anea y tertulia en la calle. Lástima que sea también la zona donde los males ecológicos de la laguna han dejado más fango en el fondo marino.

Entre Los Nietos y Los Urrutias se despliegan los cuatro kilómetros más naturales y menos urbanizados de toda esta costa. Es el paraje de Lo Poyo, el salar más grande de los protegidos bajo la figura de Espacios Abiertos e Islas del Mar Menor. Un espacio inundable de tierra arcillosa y rojiza que en sí es una micro reserva ecológica. En ella crecen la esparraguera, la sabina costera, el taray, la zanahoria marina o el salo, super plantas capaces de aguantar unas condiciones extremas de sequía y salinidad. Los aportes por escorrentía durante más de un siglo de estériles procedentes de la cercana sierra minera de La Unión terminan por hacer del paraje un escenario marciano.

Salar de Lo Poyo.

Los Urrutias se atraviesa por el paseo marítimo pero, por desgracia, una vez acabado este, en el kilómetro 31, se acaba lo bueno. Ya no hay más sendas pegadas al mar ni más señalización de itinerario ecoturístico. Hasta Los Alcázares hay que seguir tres kilómetros por el asfalto de una pequeña carretera sin arcén. Irónicamente, aparecen las señales de la Eurovelo 8, una de las rutas ciclistas paneuropeas que cruzan el continente aprovechando caminos y carreteras ya existentes. La vuelta al mar Menor sería un gran itinerario cicloturista muy atractivo para promocionar en la región, pero parece que, en los planes de las autoridades turísticas locales, ni está ni se le espera.

Los Alcázares y Los Narejos, dos grandes centros de veraneo que han crecido enormemente en los últimos años, tienen un precioso paseo marítimo, pero está prohibido circular en bicicleta por él, así que estos dos núcleos hay que pasarlos buscando calles en paralelo al mar, pero sin entrar al paseo. Al final de Los Narejos se rodea la valla perimetral del aeropuerto de San Javier y se sale por fin a un carril bici que lleva ya sin problemas a La Ribera. Este es un buen lugar para comer, porque hay buenos y famosos restaurantes de pescados y arroces, y porque aquí se toma el barco de vuelta. Me explico: el norte del mar Menor es un paraje natural inmaculado, ocupado por salinas, pinares, arenales, dunas y las golas de las encañizadas, dos de los cinco canales naturales que comunican el mar menor con el mayor. En ellas hay instaladas desde tiempos inmemoriales unas artes de pesca, conocidas como encañizadas, con cercos de redes y cañas que atrapan a los peces que pasan de un mar a otro y los llevan a un copo donde se capturan. Toda esta zona es de tan alto valor ecológico que nunca se urbanizó ni hay un camino que lo atraviese.

Barco para volver al puerto Tomás Maestre.

Es decir, si quieres completar el círculo total del mar Menor tienes que atravesar esta zona de canales, aguas someras y mucho fango de alguna manera. Sé de quien lo ha hecho llevando flotadores o colchonetas playeras en la mochila para hincharlos allí y portar las bicis encima mientras nadan. Sé también de quien lo ha hecho a pie con el agua casi por el cuello y sujetando la bicicleta a hombros (ni se os ocurra hacerlo con una eléctrica).

Por eso, la manera más lógica y sensata de cerrar esta ruta ciclista al mar Menor es tomar en La Ribera el barco que sale de un pantalán frente al restaurante Miramar con destino al puerto deportivo Tomás Maestre, en La Manga, donde empezó nuestra ruta. Y así se completa el círculo. En verano hay uno a las 17.30 horas que viene que ni pintado para tomarlo después de la comida. Cuesta siete euros por pasajero y bicicleta. La ruta tiene en total 49 kilómetros y se puede hacer sin prisas en unas tres o cuatro horas. Este es el track de Wikiloc, por si quieres repetirla.

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Sobre la firma

Paco Nadal
Soy periodista de viajes, que no influencer. He hecho del viaje una forma de vida nómada… Y soy feliz así. Viajo por todo el mundo con mis cámaras y mis drones filmando documentales desde los que intento mostrar que el mundo, pese a todas nuestras agresiones, sigue siendo un lugar bellísimo y lleno de gente maravillosa.
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