Monument, sublime Barcelona modernista

Ya era un hotel monumental cuando se conocía como Condes de Barcelona, que ahora se lleva la denominación al otro lado de la calle de Mallorca. Lo mandó construir como palacete residencial el magnate Enric Batlló —sí, el mismo de la gaudiana Casa Batlló— que, esta vez, encargó su diseño al arquitecto Josep Vilaseca i Casanovas. De inspiración neogótica, el proyecto se ejecutó entre 1895 y 1896 en pleno Passeig de Gràcia, preludio de lo que devendría en una de las arterias más exclusivas de Europa.

El nuevo hotel ha ganado en caché y belleza formal. Es más rotundo, elevado a la máxima categoría del firmamento institucional, aunque su modernización haya insistido en un cierto efectismo. Aquel aire años veinte que aunaba el modernismo naciente con los restos del recreacionismo hispanoárabe ha desaparecido conforme al estilismo sobrio que impera hoy entre los interioristas más celebrados, como es Óscar Tusquets, que firma el anteproyecto. Los arquitectos ejecutores son Carles Bassó y Tote Moreno, así como la decoradora Mercè Borrell. De la edificación original han sobrevivido la escalinata principal y el patio interior de ajimeces, además de la fachada. El vestíbulo anterior ha sido convertido en un espacio diáfano cuyos muros de carga se diluyen en una arborescencia invertida con un lucernario que filtra la luz natural del techo.

Todo está siempre a punto de caramelo para el huésped. Más que un lujo, aquí la atención es un arte. Y las instalaciones, un espectáculo. Es abrir la puerta del dormitorio que da al chaflán y un pantallazo verde hace contraer súbitamente las pupilas. Al fondo, la silueta precisa de una balconada de forja con sus visillos de gasa y un magma forestal ascendente hasta la altura del cuarto piso. Después se produce otro estremecimiento bajo los pies, el que procede de la línea 2 del metro barcelonés. Solo la lentitud de la wifi devuelve del relax que el huésped espera gozar en un hotel así.

El punto serio lo procura Martín Berasategui, cuyo perfeccionismo ético y estético entroniza el menú ejecutivo en su restaurante Oria, de inspiración mediterránea, y en el restaurante Lasarte, tres estrellas Michelin. Ambos se integran en la planta vestibular del hotel, preludio en verano de un baño en la piscina del ático, cuya panorámica de la milla de oro barcelonesa es difícil de olvidar

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Todas las habitaciones incluyen: wifi gratuito, aire acondicionado, vistas a la ciudad y bañera.

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