Consigamos que sí se pueda

Como voluntario en una asociación que colabora con entidades del tercer sector, hace unos días tuve la oportunidad de conocer a un reducido grupo de familias afectadas por la hipoteca. El objetivo de dicho encuentro era saber, de primera mano, su opinión sobre las actividades que está desarrollando la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

Estas familias, la mayoría parejas de mediana edad, con hijos pequeños y de procedencias muy diversas, eran como usted o como yo tan solo hace unos pocos años; personas con sus responsabilidades profesionales, proyectos e ilusiones, y a las que ahora, a causa de esta crisis perversa e inacabable, se les une la incertidumbre que provoca una situación de precariedad laboral y paro con el trauma de perder su vivienda manteniendo una deuda que les condenará de por vida.

Pero no se compadezcan de ellos. No están deprimidos, ni mucho menos hundidos. Si bien estuvieron a punto de caer en el abismo, la PAH les ha devuelto las ganas de luchar y de sentirse útiles, ayudándose a sí mismos y a los demás. Me lo transmitieron y lo constaté. Irradian entereza y esperanza. Cuando todo parecía perdido, ellos han sabido sentirse importantes.

Me explicaron en qué situación anímica se encontraban cuando contactaron por primera vez con la plataforma y cómo la solidaridad del grupo les fortaleció. Me dijeron: “No nos preguntes por la PAH. Nosotros somos la PAH. Nosotros y un buen número de activistas sociales, abogados, psicólogos, arquitectos, estudiantes universitarios, todos ellos voluntarios que nos arropan”.

En efecto, los afectados por la hipoteca son frágiles como la burbuja que les estalló en sus vidas, pero no se rinden, y de nuestra implicación, comprensión y apoyo depende su fortaleza. No les abandonemos.— Aureli Beltrán Ocejo. Colaborador ESADE Solidari.