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El portazo de las potencias académicas a los universitarios extranjeros redefine el mapa mundial

En EE UU la llegada de alumnos ha bajado un 20%, en Canadá caerá un 70%, Países Bajos cierra grupos en inglés y el Brexit ahuyenta en Reino Unido a los europeos

Universitarios extranjeros
Elisa Silió

Las universidades de medio mundo se han encontrado de repente con una ventana de oportunidad inesperada para llenar sus aulas de estudiantes extranjeros, una fuente de riqueza cultural y formativa y sin duda de ingresos para muchos sectores. ¿Qué ha pasado? Las principales potencias en acogida de alumnos han dicho basta, no quieren tantos inmigrantes. La llegada de Donald Trump ha complicado los visados en Estados Unidos. En el vecino Canadá y en Australia, que podían beneficiarse, sus gobiernos aumentan las barreras, para disgusto de sus campus. EL PAÍS reconstruye cómo está cambiando el puzle en conversación con cinco altos cargos académicos que coincidieron en el encuentro Reinventing Higher Education, organizado en Londres por IE University y el Imperial College, y al que este diario acudió invitado.

En Europa las cosas no están mucho mejor. Bruselas propuso a Londres en 2024 el Esquema de Movilidad Juvenil (con permisos limitados para trabajar o estudiar) pero por ahora el Gobierno de Keir Starmer se resiste, temeroso de la derecha populista. Los comunitarios tras el Brexit han visto cómo se han encarecido para ellos las matrículas, han perdido becas y necesitan pedir visado. De resultas, el estudiantado optó por Países Bajos, que cuela nueve universidades entre las 200 mejores del mundo en el ranking Shanghái. Su número creció tanto que los campus anunciaron en 2022 que no había alojamiento para tantos. El gobierno saliente intentó cerrar dos tercios de los grupos de docencia en inglés, para primar su idioma, pero las universidades se negaron.

“Las barreras de visados son un enorme problema para el mundo, pero también una gran oportunidad para los países con visión de futuro”, razona el estadounidense Bel Nelson, fundador de la disruptiva universidad Minerva, con alumnos que rotan por el mundo. “Es absurdo que se considere a los individuos con educación universitaria como un ‘problema’ migratorio, cuando en realidad son la solución migratoria para cualquier país. Pero cada vez hay más países que están adoptando esta idea”. Minerva acaba de abrir una universidad de artes en Corea del Sur.

“La inmigración ha sido la mayor ventaja que ha tenido Estados Unidos en los últimos 200 años. Y si se elimina efectivamente ese flujo de talento, se irá a otro lugar”, argumenta Nelson. La llegada de universitarios de fuera a Estados Unidos cayó el pasado agosto casi un 20% respecto a 2024, el mayor descenso registrado desde la pandemia. Hay retraso en la tramitación de visados y sobrevuelan las escenas de las redadas en busca de ilegales ―que no sería el caso― y el castigo a Harvard con la suspensión por seis meses prorrogables la concesión de visados a los extranjeros que aspiran a entrar en Harvard. Esta medida fue paralizada por una jueza.

“El mismo estudiante que estaba entre Europa y Estados Unidos se inclinó por Europa, pero es algo residual”, le quita importancia Lucas Grosman, rector de la Universidad San Andrés de Argentina. Aunque en su institución sí ha hecho mella que “el National Institute of Health de Estados Unidos, que financiaba muchos programas especialmente vinculados con salud, ya no lo hace”. Y añade: “Algunos investigadores están buscando fuentes alternativas de financiamiento. Muchos están mirando mucho a Europa. En el caso de Argentina, se ha combinado con que ha decrecido el apoyo de los organismos locales de financiamiento”. La motosierra del presidente Javier Milei.

Canadá no saca provecho de este contexto. Muy al contrario. “En Canadá nos enfrentamos a restricciones sobre la inmigración temporal y a la imposición de cuotas máximas de inmigración. A pesar de la oportunidad única que tenemos de atraer a estudiantes que ya no quieren ir a Estados Unidos o que desean aprovechar el entorno diferente de Canadá, hemos sufrido pérdidas significativas en las inscripciones”, se desespera Daniel Jutras, rector de la Université de Montréal. “Este año, tenemos un 25% menos de inscripciones de estudiantes internacionales. Hay universidades que tienen hasta un 40% menos. Es realmente lamentable”. Pero añade: “Lo que esto produce es otro tipo de selección: los estudiantes que vienen a nosotros son excelentes”. Además del visado, se han reducido a la mitad las horas que los foráneos pueden trabajar mientras estudian.

Hay otras cifras que presagian que la situación va a empeorar en Canadá. El pasado septiembre, el Ministerio de Inmigración anunció que en el primer semestre de 2025 había autorizado la entrada de 36.417 universitarios, un 70% menos que en 2024, según recoge la agencia Efe. “Por otra parte, en cuanto a los profesores y los jóvenes investigadores, se está invirtiendo en atraer talento”, prosigue Jutras. “En Montreal, hemos reservado 13 millones de dólares canadienses (8,03 millones de euros) y esperamos llegar a 25 millones (15,4) a largo plazo para atraer a personas que están en Estados Unidos u otros países que ahora podrían cambiar sus planes. En particular, los postdoctorales”.

Canadá

La universidad española siempre ha renqueado en internacionalización, pero en los últimos ocho años ha duplicado el número de estudiantes internacionales que atrae, aunque su peso en la matrícula es el cuarto más bajo de la EU-27, según un estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas y la Fundación BBVA, publicado esta semana.

“Las circunstancias nos están favoreciendo”, admite Santiago Íñiguez, presidente de IE University, que acoge entre Madrid y Segovia a estudiantes de 160 nacionalidades. “En alumnos internacionales de grado, hemos pasado del 86% al 90%. No hay ninguna universidad con un porcentaje tan alto, exceptuando el caso de Mónaco”. Íñiguez considera que debería de haber “algún mecanismo de corrección o de ajuste, a nivel europeo, para que se potenciara la movilidad internacional, como pasa con los erasmus”. IE ha logrado, pese a las barreras, cerrar un acuerdo con el Estado de Nueva York que permite a sus alumnos del college IENYC trabajar legalmente tres años en la Gran Manzana.

Los college fantasmas

Sin llegar a las cifras de IE University, en muchas universidades de Australia ya hay más alumnos foráneos que locales. Y su Gobierno ha endurecido las condiciones para lograr el visado de estudiante, lo que ha sublevado a las universidades de prestigio del país. Pero el Ejecutivo reprocha al mismo tiempo a algunos centros, también de FP, que impartan una docencia de dudosa calidad, y servir solo de entrada al país a inmigrantes que buscan trabajar. Se les conoce como los ghost college (college fantasma), y los estudiantes acuden poco al aula.

En este escenario, la vecina Nueva Zelanda se prepara para acoger a más estudiantes extranjeros, en especial de China e India. Su intención es llegar a duplicar los ingresos, hasta alcanzar los 3.563 millones de euros en 2034.

Y mientras tanto, las universidades de China, que no paran de escalar puestos en el reputado ranking Shanghái ―que nació para mandar a sus estudiantes a los mejores campus del mundo―, miran hacia Sudamérica, donde se concentran muchos de sus negocios. “Estados Unidos y China desde una perspectiva empresarial nos necesitamos mutuamente. No podemos destruirnos unos a los otros; tenemos que coexistir”, arguye Zheng Xinye, vicepresidente de la Renmin University, de Pekín, una potencia en administración pública. “Por eso, en aquellas áreas que no son demasiado controvertidas o sensibles, seguimos teniendo intercambios de estudiantes y personal”.

Santiago Íñiguez, del IE, en todo caso, no cree que estas políticas antiinmigratorias se mantengan en el tiempo: “Estos mecanismos temporales en otros países volverán a bajar. El talento universitario genera valor, crea empresas. Silicon Valley es resultado de toda la inmigración allí de talento”. Las candidaturas de medio mundo para trabajar en su universidad han crecido un 34% este curso. Una prueba que algo se mueve.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.
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