Trump suspende la concesión de visados para nuevos estudiantes de Harvard
El presidente ordena a Marco Rubio que estudie la cancelación de los visados ya existentes


Donald Trump continúa su cruzada contra la Universidad de Harvard. Después de que una jueza suspendiese indefinidamente la aplicación de la orden que prohibía a la universidad admitir estudiantes extranjeros en el campus, el presidente de Estados Unidos ha firmado este miércoles una proclamación que suspende la concesión de nuevos visados a estudiantes extranjeros para estudiar en dicha universidad. El presidente sostiene que las actuaciones de los responsables de la universidad “comprometen la seguridad nacional”. La suspensión en la concesión de visados es de seis meses prorrogables.
“Hasta que la universidad comparta la información que el Gobierno federal requiere para salvaguardar la seguridad nacional y al público estadounidense, redunda en interés nacional denegar a los extranjeros el acceso a Harvard bajo los auspicios del intercambio educativo”, dice la parte expositiva de la orden, con la naturaleza jurídica de proclamación.
La orden de Trump restringe la entrada de ciudadanos extranjeros que deseen entrar en Estados Unidos con el único o principal objetivo de participar en un curso de estudios en la Universidad de Harvard o en un programa de intercambio de visitantes organizado por ella. El presidente busca otro camino legal para impedir la admisión de estudiantes extranjeros después de que su primer intento fuese suspendido. Previsiblemente, la universidad recurrirá la nueva decisión.
La proclamación suspende la entrada a Estados Unidos de cualquier nuevo estudiante de Harvard con visados F, M o J como no inmigrante y ordena al secretario de Estado, Marco Rubio, que considere la revocación de los visados existentes de esa clase para los estudiantes actuales de Harvard que cumplan los criterios de la proclamación, según se indica en la norma firmada por Trump.
Los visados F-1 están pensados para quienes desean estudiar a tiempo completo en instituciones académicas aprobadas como universidades, escuelas secundarias, programas de inglés o conservatorios; los M-1 cubren a los alumnos de programas vocacionales, técnicos o no académicos (tales como escuelas de cocina u otros centros de formación profesional); y los J-1 sirven a los participantes en programas de “intercambio cultural”, y ahí se incluyen a profesores o académicos, asistentes de investigación, estudiantes, que gestionan su estancia a través de una agencia, maestros, niñeras y monitores de campamento.
“La admisión en Estados Unidos para asistir, investigar o enseñar en las instituciones de educación superior de nuestro país es un privilegio concedido por nuestro Gobierno, no una garantía. Ese privilegio está necesariamente vinculado al cumplimiento y al compromiso de la institución de acogida con el cumplimiento de la legislación federal. La Universidad de Harvard ha incumplido este requisito, entre muchos otros”, indica Trump en el documento firmado este miércoles.
Trump expone una retahíla de pretextos para denegar la concesión de nuevos visados. Cita desde la discriminación positiva por motivos de raza (que era legal, pero el Tribunal Supremo vetó en una sentencia en la que cambió de doctrina hace dos años), al aprovechamiento por parte de los extranjeros, y particularmente China, de los conocimientos y avances estadounidenses, pasando por las acusaciones de antisemitismo y de falta de cooperación de los dirigentes de Harvard. Trump también asegura que las tasas de delincuencia en la Universidad de Harvard, incluidas las tasas de delitos violentos, “han aumentado drásticamente en los últimos años”, sin aportar dato alguno.
“La protección de nuestra seguridad nacional exige que las instituciones que acogen a estudiantes extranjeros proporcionen información suficiente, cuando se les solicite, para que el Gobierno federal pueda identificar y abordar las conductas indebidas de dichos estudiantes. En mi opinión, el hecho de que una institución académica se niegue a proporcionar información suficiente, cuando se le solicita, sobre casos conocidos de conducta indebida y delictiva cometidos por sus estudiantes extranjeros supone un riesgo inaceptable para la seguridad de nuestra nación”, sostiene Trump.
“Harvard y sus organizaciones afiliadas en el campus siguen negando la igualdad de oportunidades a los estadounidenses trabajadores”, indica Trump en su diatriba. “En lugar de esos estadounidenses, Harvard admite a estudiantes de países no igualitarios, incluidos países que buscan la destrucción de Estados Unidos y sus aliados, o el exterminio de pueblos enteros. No redunda en interés de Estados Unidos agravar aún más la discriminación de Harvard contra razas, orígenes nacionales, ascendencias comunes o religiones no preferidas, reduciendo aún más las oportunidades de los estudiantes estadounidenses mediante la matriculación excesiva de estudiantes extranjeros”, dice el presidente.
Trump se apoya ahora en los artículos 212 (f) y 215 (a) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA), 8 U.S.C. 1182 (f) y 1185 (a), que autorizan al presidente a suspender la entrada de cualquier clase de extranjeros cuyo ingreso en el país sea perjudicial para los intereses de Estados Unidos.
Esas normas están pensadas para impedir a ciertos ciudadanos el ingreso en el país, no para impedirles un destino concreto, lo cual puede ser una vía de impugnación. Un mismo estudiante podría lograr el visado si va a otra universidad en lugar de Harvard. Trump le da la vuelta y define como una “clase de extranjeros” los que pretenden estudiar en Harvard, con el pretexto de que la conducta de la universidad “la ha convertido en un destino inadecuado para los estudiantes e investigadores extranjeros”.
La proclamación permite hacer excepciones para los extranjeros “cuya entrada sea de interés nacional”, según lo determinen el secretario de Estado, Marco Rubio, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, o quienes ellos designen.
Los cinco países que más alumnos aportan a Harvard son, por este orden, China, Canadá, India, Corea del Sur y el Reino Unido, según datos de la universidad. Uno de cada cuatro estudiantes de Harvard provienen de otros países, aproximadamente.
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