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La misión imposible de los profesores de la universidad privada: investigar cuando dan más de 500 horas de clase al año

El convenio laboral recién firmado tendrá que cambiar en 2026 para adaptarse a la reforma legal que obliga a los centros a producir ciencia. Los docentes dan hasta 16 horas semanales, casi como en un instituto

Laboratorio del departamento de Histología de la facultad de Medicina de la Universidad de Alicante, pública, el pasado septiembre.
Elisa Silió

La modificación del decreto de creación y reconocimiento de universidades ―a la espera del informe de Consejo de Estado para ser aprobado en Consejo de Ministros― obliga a las privadas no solo a invertir el 5% de su presupuesto en investigación, sino a conseguir cada año el 2% de sus fondos en concursos competitivos para hacer ciencia. Pero con los mimbres actuales, resulta una quimera. El convenio laboral que acaban de suscribir las patronales y los principales sindicatos (CC OO, FSIE, UGT y USO), que no cambia las condiciones anteriores, es draconiano e inexorablemente tendrá que cambiar de cara a 2026 para cumplir la legislación, aunque suponga ganar menos al tener que aumentar la plantilla e invertir en medios.

El pacto estipula para los profesores a tiempo completo un máximo de 613 horas de docencia cada año (en realidad suelen dar 540, 15 en cada una de las 36 semanas de curso), frente a las entre 120 y 240 horas (180 de media) de los profesores titulares y catedráticos de la pública.

En otras palabras, los docentes de la privada tienen que impartir el triple de clases. ¿De dónde van a sacar las horas para investigar y hacer trasferencia de conocimiento cuando su horario no debe de sobrepasar las ocho horas? La principal patronal, ACADE ―están también CECE (Opus Dei) y Uni-on line, todas preocupadas por el impacto económico de las medidas―, reconoce que el convenio tiene “un carácter transitorio y limitado en el tiempo” por los cambios en el decreto.

El convenio tiene vigor todo 2025 (también retroactivo) y la idea de ACADE es conocer el contenido definitivo ―hay cambios que el Gobierno no ha hecho públicos antes de mandarlo al Consejo de Estado― y analizar “su impacto real en las empresas del sector” (no las llama universidades) antes de negociar con los sindicatos.

“Este convenio se ha centrado fundamentalmente en enfrentarse a la revisión salarial, que no se quedase colgada este año [sube un 3,5%]”, explica José Antonio Rodríguez, responsable de la Secretaría de Privada y Servicios Socioeducativos de CC OO. “No hemos querido abordar nada, porque el decreto va a condicionar absolutamente todo. Seguro que se tocarán las condiciones y los horarios. Justo ahora estamos poniendo en marcha una plataforma reivindicativa en CC OO y la trasladaremos al resto de sindicatos”. Rodríguez remarca el gran “compromiso con el trabajo” de estos empleados que se quejan poco de sus condiciones.

El convenio de las universidades privadas estipula hasta 15 horas a la semana de docencia, casi la misma cantidad que los profesores de secundaria (18 horas), que no tienen la necesidad de actualizar tanto las lecciones. Además, según el decreto, estos docentes a tiempo completo tienen que dedicar 1.685 horas anuales a investigar, preparar clases, corregir exámenes, ejercicios y prácticas, dirigir trabajos fin de grado y fin de máster, celebrar tutorías, asistir a reuniones y “tareas de gobierno” (palabras textuales). Además, a diferencia de los de la pública, tienen que participar en “actividades programadas de promoción de la universidad” y orientar a los alumnos en el proceso de matriculación. Hay quien, además, tiene que terminar la tesis, porque la mitad de la plantilla tiene que ser doctora.

“Según está el convenio hoy, solo se contempla la impartición de clases. Ni gestión, ni investigación, ni nada de nada”, sostiene Eva Monica, profesora titular de Física/Óptica y presidenta del comité de empresa de la Universidad Europea de Madrid, que está en manos de un fondo de inversión. Porque cada hora de clase lleva aparejadas 1,75 horas de otras actividades, es decir, 2,75 horas de contrato.

Eva Monica, que ha participado en la negociación del convenio representando a USO, explica que las personas docentes de la Universidad Europea de Madrid con dedicación a tiempo completo están impartiendo de manera generalizada 16 horas docentes semanales (cuatro grupos de cuatro horas a la semana). Esto implica asumir en ocasiones ocho materias diferentes en un curso académico, no siempre de su especialidad.

La presidenta del comité de empresa, con un complemento salarial por su producción científica (sexenio), ha dejado de investigar en Óptica, su especialidad dentro de la Física, porque en la universidad no cuenta con el laboratorio necesario, una mesa holográfica, por ejemplo. “Tienes que reinventarte”. Ella y el equipo de investigación que codirige, CAySOS, se centran ahora en la difusión de la ciencia a través del arte, entre otros objetivos. Una mínima parte del personal docente tiene una pequeña reducción de docencia para investigar. Por ejemplo, imparten una asignatura menos al semestre.

El convenio estima también que una baja de menos de seis meses se puede suplir cubriendo las horas los compañeros de departamento, pero si ello les lleva a exceder las horas, recibirán un “complemento económico” de 18,03 euros la hora. En la pública las tarifas también son muy bajas: un profesor asociado no llega a los 400 euros impartiendo tres clases a la semana.

Campus de la Universidad Europea en Madrid.

La Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU, 2023) prevé también que los contratados ayudantes doctor, que están iniciando su carrera en la red pública, no impartan más de 120 horas de clase para concentrarse en acumular méritos científicos para escalar a un puesto fijo. Porque el modelo está pensado para premiar la ciencia y no también a los buenos profesores. “Una forma de defender a los estudiantes es defender la docencia. Hay gente que dice: 'Si quitas la investigación en la Universidad, es una academia‘. Bueno, ni una academia ni un laboratorio“, argumentaba el entonces ministro de Universidades Joan Subirats en una entrevista en este diario.

Eva Monica rompe una lanza por las privadas. En la Autónoma de Madrid, donde se licenció y se doctoró, cuenta que tuvo profesores que solo querían investigar y daban clase por obligación, mientras en la Universidad Europea de Madrid observa una gran dedicación y amor por la enseñanza: “La implicación docente es mucho mayor”.

El 95% de las publicaciones, en la universidad pública

En las universidades privadas apenas se defienden tesis, aunque la tendencia es ascendente ―712 en 2022 (últimos datos), frente a 10.547 de la pública―, de forma que se nutren de los nuevos doctores de los campus estatales para completar sus plantillas. Por eso no padecen la discutida endogamia de la pública. Pero casi todos esos investigadores ansían volver a la casa madre, en la que tendrán una mayor trayectoria científica. El 95% de las publicaciones de 2024 fueron en universidades públicas, pese a que las privadas muy pronto serán mayoría, según el último informe del Observatorio IUNE, que analiza la calidad de la investigación.

Los profesores de la prestigiosa Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, pública, sacan según IUNE un promedio de 4,4 artículos al año ―el porcentaje más alto de España―, frente al 1,1 de la Internacional de Cataluña y 1 de Navarra, ambas vinculadas al Opus Dei y las privadas que más investigan. La mayoría de las de esta titularidad ronda el cero.

“En lo referente a la investigación, es posible que actualmente se realice con más intensidad en las universidades públicas, pero porque cuentan para ello con fondos también públicos, mientras que las privadas deben hacerlo con el dinero que sale de su cuenta de resultados”, aseguró ACADE en un comunicado. Lo cierto es que sí pueden presentarse a los concursos competitivos, aunque solo suelen ganarlos cuando acuden en colaboración con públicas. “En los próximos años esta situación se irá igualando (...) Conforme se implanten y fortalezcan las universidades privadas, también podrán investigar más, como en USA, Gran Bretaña y otros muchos países”.

Por lo pronto, los rectorados de la privada animan ahora a sus docentes con más perfil científico a concurrir a concursos para obtener fondos para investigar. Pero para eso el docente necesita tiempo, medios materiales y un equipo, aunque la rentabilidad anual baje del 10%.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.
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