Ir al contenido
_
_
_
_

Turquía suspira por ser una potencia renovable

El país euroasiático quiere reducir su gran dependencia energética potenciando fuentes limpias, principalmente la eólica y la solar

Andrés Mourenza

Si hay una palabra que se repite en los discursos y los documentos de política estratégica de Turquía esta es “independencia”. El país euroasiático quiere diversificar sus socios y aliados para poder moverse libremente. Pero la economía sigue mandando: depende de los mercados europeos para sus exportaciones —si bien el peso de la UE se ha reducido ligeramente en la última década hasta el 40%—; de las importaciones de maquinaria y tecnología occidental y de materias primas de Asia para hacer funcionar sus fábricas. Eso sí, en ningún aspecto la dependencia exterior es mayor que en el ámbito energético: en un país que ha experimentado un rapidísimo crecimiento del consumo energético, el 74% de su demanda se cubre con importaciones —algo más del 50% si nos centramos solo en la producción eléctrica—, con Rusia en un papel dominante —en torno al 40% del gas, petróleo y carbón importados—.

“La demanda de energía seguirá creciendo en los próximos años. Estamos realizando inversiones masivas para acabar con nuestra dependencia energética extranjera”, subrayó el ministro de Energía, Alparslan Bayraktar, el pasado junio. La estrategia pasa por varias líneas de actuación: por un lado, se han multiplicado las exploraciones en el mar Negro y se han hallado depósitos de gas submarino, que, cuando se hayan desarrollado, podrían suministrar un tercio de las necesidades anuales del país. De otro lado, se espera que —tras numerosos retrasos— el próximo año entre en funcionamiento el primer reactor de la planta nuclear de Akkuyu (construida en cooperación con Rusia), que, cuando esté completada a finales de la década, podrá generar el 10% de la electricidad. Sin embargo, “la llave de la completa independencia energética”, ha subrayado el ministro turco, “será la energía renovable” —también será clave para poder empezar a cerrar las muy contaminantes y polémicas centrales de carbón—. Ya el año pasado, el Gobierno se felicitó porque, durante algunos días, las energías renovables llegaron a suministrar más del 75% de la demanda eléctrica.

El pilar de la energía renovable turca ha sido hasta ahora la hidroeléctrica, pero con el agravamiento de la sequía que sufre esta zona del mundo es una fuente cada vez menos fiable. Así que la apuesta es por la solar y la eólica, con planes para que, en 2035, haya 120.000 megavatios de potencia instalada y solo estas dos fuentes puedan satisfacer más de la mitad de la demanda eléctrica —por comparación, España tiene actualmente unos 63.000 megavatios de potencia instalada en energía solar y eólica—. Eso implica que Turquía tiene que casi cuadriplicar su potencia actual, lo que requiere una inversión de unos 100.000 millones de euros, incluyendo también mejoras en la transmisión y almacenamiento.

Atentos al “superpermiso”

Ibrahim Erden, presidente de la Asociación de Energía Eólica de Turquía, cree que este gran salto adelante es factible, dados los avances de los últimos años: la contribución de la solar a la generación eléctrica era prácticamente nula antes de 2018, y la eólica solo comenzó a despuntar en 2016. Y también porque los diversos ministerios “están alineados” en esta estrategia y, este mismo verano, el Parlamento turco aprobó el llamado “superpermiso”, una “antigua promesa al sector” —aunque no exenta de polémica ya que permitirá la actividad minera en bosques y olivares antes protegidos por ley—. Pero en cuanto compete a las renovables, diversas fuentes consultadas se muestran exultantes con este nuevo “superpermiso”, ya que reducirá los tiempos de aprobación de nuevas instalaciones eólicas y solares de unos cinco a un máximo de dos años.

A esto se une el ecosistema industrial que se está instalando en Esmirna —en la costa turca del mar Egeo—, donde se han levantado factorías de inversión local y europea —incluida española— para la fabricación de componentes de aerogeneradores, lo que Erden considera esencial para relocalizar parte de la producción y reducir la dependencia de China. El objetivo es que, en unos años, Turquía avance posiciones y se convierta en el quinto mayor mercado eólico de Europa.

Aquí puede consultar las últimas Cartas del corresponsal

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Andrés Mourenza
Periodista en el Mediterráneo Oriental desde 2005. Trabajó para EFE y El Periódico de Catalunya en Estambul y Atenas y, desde 2015, escribe en EL PAÍS sobre Turquía, Chipre, el Cáucaso y Oriente Próximo. Licenciado en Periodismo por la UAB y experto en Cultura y Religión Islámica. Ha escrito los libros 'La democracia es un tranvía' y 'Sínora'.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_