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Primavera caliente en Bélgica que amenaza con llegar al otoño

El amplio programa de austeridad del nuevo Gobierno del país ha provocado movilizaciones no vistas desde 2015

Manifestación del sindicato socialista FGTB/ABVV y del sindicato cristiano CSC/ACV el martes 29 de abril en Bruselas.
Manuel V. Gómez

La primavera en Bélgica está siendo caliente. Y esta afirmación no se refiere al clima, que ya ha vuelto esta semana a su habitual estado gris y lluvioso. La frase viene a cuenta de las movilizaciones, huelgas y protestas sindicales contra el programa de austeridad que ha anunciado el nuevo Gobierno belga y que está empezando a desplegar. En el punto de mira del equipo que dirige el primer ministro, Bart De Wever, un nacionalista flamenco, hay bastantes medidas dirigidas a embridar las cuentas públicas de un país que lleva años instalado en un déficit anual bastante por encima del 3% del PIB (4,5% en 2024) y con una deuda pública total que supera el 104% del PIB.

Pero ese amplio paquete de austeridad apunta a recortes sociales, sobre todo en prestaciones por desempleo y pensiones. Y eso ha provocado movilizaciones como no se veían, al menos, desde 2015, según recogen los medios locales. Y eso no es cualquier cosa. Bélgica es un país con una tradición sindical muy fuerte, con tasas de afiliación que se sitúan en el 50% de los asalariados. Solo en la región nórdica hay índices de sindicación más altos.

Esa tradición se convierte en una capacidad de movilización que les permite convocar una huelga general preventiva. Lo hicieron el 31 de marzo, cuando el Ejecutivo no llevaba ni dos meses trabajando. Solo se conocían sus planes. Hubo otra apenas un mes después, y ha habido manifestaciones en la capital, en Bruselas y en ciudades importantes del país. También convocatorias sectoriales. Ahora está calentándose otra marcha para el 27 de junio, explica Selena Carbonero, secretaria federal de la Federación General del Trabajo de Bélgica (FGTB), de tradición socialista. Esta belga, de padres asturianos, explica que en todas estas movilizaciones hay unidad de acción con las otras dos grandes centrales del país, la Confederación de Sindicatos Cristianos (CCSC) y la Confederación General de Sindicatos Liberales de Bélgica (CGSLB). La organización patronal no ha respondido a las preguntas formuladas.

Pero estas convocatorias no han frenado la coalición Arizona, la alianza de cinco partidos que componen el Gobierno belga, formada por dos formaciones liberales, una cristiano demócrata, los socialistas flamencos y la NV-A, el partido nacionalista flamenco, claramente de derechas (pertenece a la familia política europea en la que está la italiana Giorgia Meloni). En Pascua llegaron a un acuerdo que, por ejemplo, limita el cobro de la prestación por desempleo a un máximo de dos años a partir del 1 de enero. Ahora no hay límite, aunque sí existe un control para comprobar la búsqueda activa de empleo. La medida podría dejar sin ayudas a más de 100.000 personas. Y ahora el Ejecutivo también parece haber acelerado para tener listos en julio los cambios en el sistema de pensiones. Según explica Carbonero, esa reforma la notarán principalmente las mujeres, ya que, en realidad, reducirá más la pensión de quien se jubile de forma anticipada con excepciones que difícilmente podrán cumplir quienes tienen contratos a tiempo parcial.

Así que la estrategia de movilización sindical continúa. “Por el momento no hay convocadas nuevas huelgas”, explica Carbonero. Asegura que los dirigentes perciben en las bases ganas de “combate sindical en la calle”, pero quieren modular el grado de conflicto para no agotar a sus tropas.

El investigador Kurt Vandaele, del Instituto Europeo de Estudios Sindicales (ETUI, por sus siglas en inglés) cree que las movilizaciones preventivas ya tuvieron efecto en las mismas negociaciones de la coalición que cristalizaron en la formación de un Gobierno el 3 de febrero. “Una versión filtrada del borrador del acuerdo de coalición provocó protestas, sobre todo de los profesores, por las reformas de las pensiones propuestas. La comparación entre lo filtrado y el acuerdo final revela algunos cambios”, explica. “Sin embargo, la orientación general no ha cambiado. Las grandes reformas relativas a la flexibilización del mercado laboral y las pensiones siguen intactas”, añade Vandaele. Y ante esto, la temperatura social en la calle —tras el inevitable paréntesis veraniego— volverá a subir. Ya hay una cita marcada en rojo en calendario sindical: el 14 de octubre.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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