Ir a una oficina y fingir que se está trabajando: el negocio que prolifera en China
Muchos ciudadanos que no quieren dar explicaciones de su situación laboral pagan por alquilar un puesto en una oficina falsa


Desde hace casi un año, Zonghua se levanta temprano, se dirige a la oficina y vuelve a casa entrada la noche. En apariencia, repite la misma rutina que siguen a diario millones de personas en China. Pero su jornada tiene una particularidad: nadie le paga por cumplirla y nadie le exige resultados. Qué hacer —y, sobre todo, qué contar— mientras se busca empleo se ha convertido en un quebradero de cabeza para cada vez más chinos, que no quieren dar explicaciones ni exponerse a preguntas incómodas por parte de su entorno. Pero en las grandes ciudades del país han comenzado a proliferar espacios que ofrecen la solución: empresas para fingir trabajar.
Por una tarifa diaria de entre 30 y 50 yuanes (entre cuatro y siete euros), estas compañías ofrecen escritorios, conexión wifi, café, almuerzo y una atmósfera que imita la de cualquier entorno laboral. Según un reportaje publicado en Beijing Youth Daily, aunque no hay contratos ni jefes, algunas firmas los simulan: se asignan tareas ficticias e incluso se organizan rondas de supervisión. Si se paga un suplemento, la teatralidad puede alcanzar cotas insospechadas, desde aparentar ser un directivo con su propio despacho hasta escenificar episodios de rebeldía contra un superior.
Zonghua es cantonesa y evita proporcionar su nombre real. Cansada de los viajes y de la presión del mundo de las finanzas, renunció a su puesto en la primavera de 2024, relata a este diario a través de una red social local. “Buscaba una vida más estable”, escribe. Pero no se atreve a contar la verdad a su familia. Al principio iba a bibliotecas, pero desde hace unos meses paga una cuota mensual de 400 yuanes por disponer de un espacio cómodo en el que pasar el día; es mucho más barato que consumir durante horas en una cafetería. Zonghua no sabe cuánto más se extenderá esta situación, ya que, de momento, no está teniendo “éxito” en sus solicitudes.
En el primer trimestre de 2025, la tasa de desempleo urbano se situó en un 5,3%, según la Oficina Nacional de Estadísticas. Pero la cifra de paro juvenil es mucho más elevada: en marzo alcanzó el 16,5% entre los jóvenes de 16 a 24 años (excluyendo estudiantes) y el 7,2% entre aquellos de 25 a 29 años. Y desde principios de año esa estrategia para mantener las apariencias ha cobrado fuerza. En Xiaohongshu (el Instagram chino) abundan los anuncios de “empresas para fingir trabajar”, que acumulan millones de visualizaciones. Tampoco están exentas de debate. Para algunos, es una forma de aliviar la presión psicológica; para otros, solo alimentan la evasión y posponen la entrada al mercado laboral.
No obstante, verificar su alcance real no es sencillo: no figuran en registros oficiales y muchas operan de forma informal, a menudo coordinadas a través de la aplicación de mensajería WeChat.
Una moda en internet
EL PAÍS ha acudido a una localización que utiliza ese reclamo publicitario, ubicada en el barrio pequinés de Shuangjing. En la recepción cuelga un cartel del bufete de abogados al que pertenece el espacio. Hay varias salas de reuniones y una estancia con capacidad para 36 empleados. Un miércoles a media mañana apenas hay movimiento. Tres personas parecen concentradas en sus ordenadores, pero un señor está reclinado en una silla mirando su teléfono y un niño jugando con un móvil. La encargada de enseñar las instalaciones admite haber copiado el concepto porque está de moda en internet. Explica que los juristas apenas usan las oficinas y decidieron alquilarlas. En la práctica, funciona como un pequeño coworking.
El impulsor de otra de estas compañías, también en la capital, mantiene activo un grupo de WeChat de unos 300 usuarios donde comparte fotografías del mobiliario y detalles del espacio. Entre las integrantes está Xu Lin, creadora de contenido. “Aunque algunos miembros sí necesitan un lugar para fingir que trabajan, la mayoría solo estamos porque es interesante”, explica. Por su parte, Da Neng Mao, constructor, lo ha hecho porque cree que de esta iniciativa “puede surgir una nueva oportunidad laboral”. Tian Tian, entrenadora de pilates a tiempo parcial, opina que “la propuesta resulta práctica para que los autónomos tengamos adónde ir”.
Aquí puede consultar las últimas Cartas del corresponsal
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
