Ir al contenido
_
_
_
_
IA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La inteligencia artificial, salto adelante o cisne negro

La burbuja financiera y la concentración de poder de las grandes tecnológicas opacan las oportunidades

La inteligencia artificial (IA) se adentra en la economía, dando lugar a un proceso de aprendizaje a escala mundial rodeado de tanta fascinación como desconfianza. Los tecno optimistas imaginan una infinidad de aplicaciones, lo que redundaría en más productividad y mayores cotas de bienestar social, particularmente en las economías intensivas en servicios como la española. Y lo cierto es que, en algunos casos, los algoritmos basados en el análisis del lenguaje a partir de grandes bases de datos están logrando resultados asombrosos que se asemejan, cuando no superan, los que proceden del cerebro humano.

Las expectativas, sin embargo, están excediendo la realidad hasta el punto de generar una burbuja de proporciones inquietantes que, según el FMI, amenaza la estabilidad financiera: precisamente el estallido de esta burbuja podría ser uno de los cisnes negros a los que se enfrenta la economía mundial en 2026, con múltiples derivadas en España.

Es un hecho que la inversión en inteligencia artificial crece exponencialmente, mientras que los beneficios de dichas inversiones se hacen esperar. Según estimaciones realizadas por un think tank asociado a la Universidad de Stanford, el gasto de las empresas destinado a la IA se elevó a cerca de 250.000 millones de dólares en 2024 a nivel global, dos veces y media más que antes de la pandemia.

Como consecuencia de la acumulación de recursos inyectados en el sector, la capitalización de las siete principales corporaciones tecnológicas de EE UU (las llamadas siete magníficas) se ha disparado hasta alcanzar un apabullante 35,5% del valor bursátil del conjunto de la economía norteamericana, a tenor del índice S&P. O, dicho de otra manera, las siete magníficas pesan, por sí solas, 21 veces más que la capitalización total de la Bolsa española.

Sin embargo, los beneficios de este puñado de corporaciones crecen la mitad de los que reporta el resto de las empresas cotizadas en el S&P (con datos hasta el tercer trimestre). La confrontación con la realidad, por tanto, podría ser dolorosa, habida cuenta de la magnitud de la inversión acumulada por una multitud de entidades, particularmente las que conforman las finanzas en la sombra y que se han endeudado copiosamente para realizar sus operaciones al calor de las siete magníficas.

En este contexto de exuberancia y de pugna con China, no es sorprendente que la tecnología se utilice para fines geopolíticos, y más concretamente con el objetivo de entorpecer los esfuerzos de la Unión Europea para prevenir la constitución de oligopolios “rentistas”. En virtud de su normativa digital, Europa intenta limitar el poder de mercado de las grandes tecnológicas, cuando éste dificulta la libre competencia o la innovación. De ahí que esté contemplando imponer sanciones a algunas de las grandes plataformas, provocando reacciones airadas de la Administración Trump que amenaza con retorsiones a las empresas europeas de servicios, incluidas algunas españolas, que operan en su país.

Los riesgos financieros y las prácticas anticompetitivas apuntan a la necesidad de estrechar la vigilancia de las finanzas en la sombra o de adaptar las herramientas de política económica a las transformaciones tecnológicas. La buena noticia es que, bien encauzada, la nueva tecnología supone una oportunidad para la economía española, por su competitividad en los sectores de servicios y porque la IA podría solventar algunos de los obstáculos al crecimiento del tamaño de las empresas (uno de nuestros desafíos), particularmente en lo que atañe a su financiación. La dificultad radica en la concentración de poder en torno a las grandes tecnológicas, cuyos intereses no parecen estar alineados con la visión europea de libre mercado atemperado y de cooperación internacional basada en la reciprocidad. El nuevo año será decisivo para conocer el devenir de la IA como palanca del progreso o foco de inestabilidad. Apostemos por el gran salto adelante, y preparémonos para el cisne negro.

I+D

El informe Draghi sobre competitividad pone de manifiesto tanto la relevancia de la inversión en investigación y desarrollo como de la productividad y de la creación de empleo de calidad. En Alemania y Suecia, que están entre las grandes economías europeas que más invierten en I+D, el porcentaje de empleos intensivos en tecnología y conocimiento supera la media europea, del 5,1%. Ese porcentaje es inferior a la media en España e Italia, países que invierten relativamente poco en I+D. Desde 2019, España ha incrementado su inversión, y en paralelo el porcentaje de empleos de calidad se ha elevado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_