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Dónde estudiar los mejores másteres del mundo

El prestigio de las universidades internacionales punteras supone un salto en la carrera de los alumnos españoles

Miguel Ángel García Vega

Es una partida de póquer sobre un tapete de fieltro verde. Es una partida de póquer sobre un tapete de fieltro verde. En los extremos, un español con un posgrado reciente de gran prestigio. Al otro, una multinacional. El mazo de cartas, entre ambos, sería la retribución. Existen bastantes rankings. Pero también, un cierto consenso sobre las universidades que representan la excelencia. La selección es de la consultora británica QS World University. Pese a la inestabilidad o las guerras, el planeta rota siguiendo patrones reconocibles en la enseñanza. El Instituto Tecnológico de Massachusetts MIT (número 1) continúa siendo el centro de las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) más innovador del globo; el Imperial College londinense (2) es el pilar científico europeo; la Universidad de Stanford (3) replica la órbita emprendedora de Silicon Valley; tres universidades: Oxford (4), Harvard (5) y Cambridge (6) dominan las corrientes de pensamiento, mientras que ETH Zúrich (7), la Universidad Nacional de Singapur (8), la Universidad de California, UCLA (9) y el Instituto Tecnológico de California (10) completan una élite.

“Sin embargo, la mejor universidad es aquella que coincide con el enfoque, las ambiciones y la trayectoria profesional de la persona que estudia el posgrado”, admite a través de una nota QS.

Ese es el mapa y el territorio del talento universal. Aunque el detalle resulta la mejor jugada. “Los españoles graduados con un máster —en universidades prestigiosas— tienen una alta demanda, tanto en España como en la Unión Europea”, subraya Javier Mariana, consultor de la firma UniversidadesUSA.es. El desafío es hallar parejas, similitudes y correlaciones. Unir centros de élite con opciones de élite. Conseguir trabajos y admisiones. “Es una formación muy exigente, sin embargo, los resultados son la excelencia”, destaca Daron Acemoglu, premio Nobel de Economía 2024 y profesor en el MIT. Todas las áreas STEM son una mano ganadora, según Mariana. Ciencias de la Computación en el MIT, Inteligencia Artificial en la Carnegie Mellon, Ciencias de Datos en Berkeley y Ciberseguridad en la Universidad de Nueva York. La Administración americana les ha dado un tratamiento especial. Pueden trabajar en el país hasta tres años después de graduarse.

Pero qué ocurre cuando regresan a España o la UE. Compañías —describe Mariana— como Telefónica, BBVA, Indra o Accenture pagan un 30% más de salario a perfiles con un máster STEM de universidades prestigiosas de EE UU. Un científico de datos sénior con una maestría por Berkeley puede pedir entre 65.000 euros brutos y las seis cifras en Madrid, agrega. “Si el perfil es crítico, no es una cifra descabellada”, aprecia una multinacional española, que aclara que “es aún más importante el contenido o la materia en la que se haya especializado que la propia universidad o escuela de negocios. Sobre todo en temas punteros como la IA generativa o el machine learning. En estos casos, precisa, “pueden tener un valor en el mercado profesional de un 30%, un 40% o hasta un 50% más alto”.

El MBA en finanzas por Wharton o Princeton abre las puertas de la banca de inversión de Santander, CaixaBank o la consultoría estratégica de McKinsey (que recibe un millón de currículos anuales a escala global) y Boston Consulting Group. “Los MBA siempre han sido un vehículo para elevar un perfil profesional. Y cursarlos en una escuela prestigiosa, donde la entrada es limitada, da acceso a determinados puestos”, confirma una consultora.

De fondo, el constante zumbido tecnológico. “Si pienso en cursos cortos escogería alguno relacionado con la IA”, aconseja Mauro Guillén, vicedecano de la Escuela de Negocios en Wharton. “Existe formación de toda clase: IA y marketing, IA y finanzas e, incluso, IA y periodismo”, destaca.

Otra opción menos conocida es la sostenibilidad. Aquí Europa puede competir con las nóminas estadounidenses. Una maestría en Medio Ambiente de Yale —observa Mariana— o de Sostenibilidad en Cornell puede ser una posibilidad para trabajar, a partir de 75.000 euros, en Iberdrola o Repsol. La eléctrica amortigua las llamas del excesivo calor. “En Iberdrola, valoramos las titulaciones obtenidas en universidades de referencia. Sin embargo, el factor determinante para establecer la retribución no es únicamente la institución académica, sino la experiencia profesional y la capacidad demostrada para generar impacto en proyectos reales. Por tanto, aunque una formación en escuelas de prestigio puede ser un valor añadido, no aplicamos incrementos automáticos del 30%”, indica un portavoz de la firma. Eduardo Priego, executive manager de Michael Page, avala las cifras aunque aclara que “en posiciones más júnior e intermedias el rango habitual baja de 40.000 a 60.000 euros, pero con una proyección rápida en proyectos estratégicos”. “Tener una formación en maestrías top (Yale, Cornell, Imperial) propicia acceder a posiciones de liderazgo con salarios altos de manera más rápida”, valora.

Instituciones europeas

Ahí fuera se pagan mejores sueldos por idéntico desempeño. Roberto Scholtes, jefe de Estrategia de Singular Bank, analiza estos currículos en la banca de inversiones en Europa y en España, donde cree que las retribuciones de seis dígitos son aves de paso. “Para ofrecer ese dinero, las empresas deben situarlos ya en puestos directivos medios o altos si no quieren tensionar sus escalas salariales ni crear agravios comparativos”, admite. “Esos caramelitos que recalan en España suelen acabar en multinacionales (aunque sean españolas), las cuales sí pelean en un escenario mundial por el talento”.

El Viejo Continente “alberga un conjunto diverso de universidades muy especializadas, cuya fama se basa en disciplinas concretas más que en marcas”, relatan en QS. Pueden ser el atajo europeo hacia la cima. La Escuela Politécnica Federal de Lausana es uno de los destinos regionales más interesantes para la robótica o la ingeniería cuántica, la Universidad Técnica de Múnich brinda uno de los principales ecosistemas de ingeniería, y la KU Leuven (Lovaina, Bélgica) destaca en ciencias biomédicas y electrónicas. Sobre un fieltro verde, las cartas bocarriba.

Reflejos dorados en la London School of Economics

Son esas aulas doradas de quien ambicione estudiar economía o ciencias políticas en Europa. La London School of Economics and Political Science (LSE) es un mito. Y goza de sus prebendas. En la formación —bastantes profesionales se centran solo en investigar— recurren a una escala que va del 40,0 al 83,0. Un asistente de profesor (40,0) gana 65.244 libras (74.468 euros). El peldaño más bajo. Un preceptor con trabajos reconocidos (83,0) se embolsa 183.829 libras (209.882 euros). Muchos docentes viven el oficio en el extremo inferior (a partir de la banda 56,0, que equivale a 118.200 euros). “Pero las estrellas internacionales de la investigación pueden cobrar bastante más”, subraya Nicholas Barr, profesor de Economía Pública en el centro.

Sin tanta excelencia, un académico que da clases anda por los 128.387 euros. Nada sorprende. “Para muchas empresas (consultoras, banca, capital inversión) tener [una formación] en la LSE suma mucho y te diferencia, aunque en otras no pesa tanto, quizá, por estar más orientadas hacia la práctica”, sentencia Ana Moya, gestora y socia de la consultora Top of Minds Spain. Esas cifras son la profecía de la enseñanza: un país mejora con el respeto y la retribución de sus maestros.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.
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