Los gurús del biogás
Tres investigadores de la Universidad de Alicante logran nanopartículas de hierro rodeadas de carbono a partir de residuos que luego venden a grupos energéticos


Ingeniería para la Economía Circular, un grupo de la Universidad de Alicante, investigó durante años con residuos extraídos de la naturaleza la posibilidad de obtener carbón con hierro incrustado. Pero la magia del destino o la serendipia provocó otro hallazgo. El resultado fue hierro de tamaño minúsculo (un millón de veces más pequeño que un milímetro) rodeado por carbono; unas nanopartículas, muy reactivas y eficientes en procesos específicos, que podían aplicarse en distintos sectores industriales. Un descubrimiento que en 2021 hizo posible la creación de Calpech, de la mano de los investigadores Andrés Fullana, Blanca Calderón y Yuri Budyk, junto con la Universidad de Alicante y otros accionistas minoritarios, con el objetivo de escalar esa tecnología a nivel industrial e implementarla en distintas vías de negocio.
“Las nanopartículas de hierro no son nuevas, ya existen, pero su obtención se hace mediante un proceso muy caro y sofisticado. Nuestra ventaja es que las creamos a partir de un residuo agrícola, lo que permite abaratar los costes”, explica Budyk. De hecho, si en la actualidad un kilo de estas nanopartículas cuesta alrededor de 200 euros, con esta nueva tecnología su precio baja hasta 20 veces.
De momento, utilizan residuos del sector oleícola, aunque podrían usar los derivados de la vid, el té o el café. “Por cada litro de aceite se generan 13 litros de aguas residuales que se almacenan en grandes balsas, que tienen que estar aisladas por su toxicidad, y esperan a que se evaporen. De esta forma, valorizamos estos desechos”. Una vía con proyección, aunque, como confirma Budyk, su negocio no está, por ahora, en la eliminación de residuos, sino en la producción de estas nanopartículas para su uso en las plantas de biogás, el principal destino de su actividad.
Con ellas, estas plantas aceleran su producción hasta un 40%, el gas resultante es de mayor calidad y, por tanto, es más rentable, según datos de Calpech. “Es como una vitamina para el biogás”. A esto hay que sumar que este gas incorpora ácido sulfhídrico, un elemento que huele a huevos podridos. “A escala industrial es problemático porque es corrosivo y tóxico para el ser humano. Con estas nanopartículas este ácido se elimina. No existe un aditivo en el mercado que reúna estas características”, subraya el cofundador.
Además del biogás, Budyk comenta que podrían usarse en la eliminación de metales pesados, la descontaminación de suelos o de gases, la producción de biogás, biometano, amoniaco o hidrógeno verde o en aplicaciones para fertilizantes. También en la industria química en la elaboración de catalizadores. Con nueve empleados, han vendido 100 toneladas de producto a 10 clientes que les han reportado unos 100.000 euros. De momento solo han realizado una ronda de financiación en agosto del pasado año por valor de 665.000 euros. Su mercado está centrado en España, pero miran hacia Europa, donde, añade, el mercado de plantas de biogás es más grande que aquí. “Solo Francia cuenta con tres o cuatro veces más”.
Siguen centrados en la investigación en soluciones alternativas medioambientales, sobre todo, en líneas como catalizadores para hidrógeno verde, productos para descontaminar suelos, agua y gases, y aplicaciones en fertilizantes. Un empeño que los ha llevado a quedar finalistas en el ámbito Impulso Agro, durante la última edición de los Premios EmprendeXXI, organizados por CaixaBank.
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