Repsol ajusta cuentas con el petróleo
La bajada del precio del barril de crudo impacta en su balance. La compañía cree que es una situación coyuntural, ya que la demanda de hidrocarburos en el mundo sigue siendo robusta


Las compañías que viven de extraer, refinar, comprar y vender petróleo y sus derivados, caso de Repsol, ajustan el negocio a las previsiones. Buenas y malas noticias. A corto plazo, la mala noticia es que la materia prima, el petróleo, baja de precio, lo que puede afectar a los beneficios, las inversiones, la financiación y la cotización en Bolsa. Arena. Pero también hay buenas nuevas [para las empresas]. Las perspectivas de demanda a medio plazo, si el rotulador de Donald Trump no emborrona más el tablero, son de crecimiento; hay reservas de petróleo y gas para rato —más de medio siglo, según el último estudio de GeoSphere Austria— y la transición energética, con sus ambiciosos objetivos en la UE —cero emisiones netas en 2050—, da señales de fatiga. La consultora Wood Mackenzie sostiene que el objetivo se va a retrasar más allá de 2060. Cal.
Repsol, con una capitalización bursátil de 13.300 millones de euros, encara con relativa preocupación las previsiones de los expertos sobre los precios. En 2024, el desplome del barril redujo los beneficios netos un 45%, a 1.756 millones. En los últimos 12 meses, el precio medio del barril de los 13 productores de la OPEP, con Arabia Saudí a la cabeza, ha cedido más de un 20% y se sitúa en torno a 65 dólares. Pero la Agencia Internacional de la Energía (EIA), Goldman Sachs o el Banco Mundial pronostican precios aún más bajos en 2026, en torno a los 60 dólares para el barril de crudo tipo brent, de referencia en Europa. La preocupación —relativa— de Repsol está justificada porque la cuenta tradicional apunta a que una caída de un dólar por barril puede reducir el beneficio neto entre 60 y 90 millones de euros al año. Repsol ni confirma ni desmiente el cálculo.
La petrolera dirigida por Antonio Brufau, presidente desde 2004 (hoy no ejecutivo), y Josu Jon Imaz, consejero delegado desde 2014, extrae más gas que petróleo. La proporción es de casi tres a uno aproximadamente. Aún así, y aunque responden a lógicas diferentes según regiones, los precios del petróleo y del gas están relacionados. Una compañía como Repsol, con una producción de 571.000 barriles al día (dato de 2024) y una capacidad refinera de un millón de barriles, va a sufrir más impacto por la caída de precios que otras firmas del sector.
El descenso del petróleo tiene también algunos efectos positivos en otras áreas de negocio a corto plazo. Una caída de costes en la materia prima aumenta los márgenes de refino y distribución de carburantes. En el primer cuatrimestre de este año, según datos de Repsol, el margen de refino fue de 5,3 dólares por barril; por encima de los 4,8 dólares del trimestre anterior, pero lejos de los 11,4 dólares del primer trimestre de 2024. La Asociación de la Industria del Combustible de España (AICE) no adelanta la posible evolución de los márgenes. Pero fuentes de las empresas apuntan a que este año, si no hay grandes conmociones y se mantiene una situación de crecimiento económico claro, acabará con márgenes de seis dólares por barril en la península Ibérica.
La caída en el precio del crudo obedece, según los expertos, a factores como la guerra arancelaria desatada por Trump, que puede afectar a la actividad económica global y a la demanda de petróleo; los vaivenes en la negociación nuclear con Irán —gran productor de condensados, un derivado del crudo de gran calidad, dos millones de barriles diarios— y los anuncios de aumento de producción de la OPEP, entre otros. Para las petroleras, el factor demanda es clave. Una caída en la demanda no sólo afecta a la actividad de producción, sino también a los márgenes de refino y a las ventas de carburantes. Pero, de momento, el mecano se mantiene en pie. Antonio Merino, director de Estudios de Repsol, observa que “todas las estimaciones prevén un crecimiento de la demanda; expertos de la OPEP, de la agencia americana de energía y de la Agencia Internacional de Energía prevén que la demanda crezca entre 750.000 y un millón de barriles al día”. Buenas noticias para las empresas… si se cumple el pronóstico.
Retribución al accionista
No todos lo ven tan claro. En febrero, los analistas de Bankinter apuntaban que Repsol, pese al balance saneado, múltiplos atractivos y una elevada remuneración al accionista, podría sufrir por la tendencia a la baja. Recomendaban vender. Lo contrario del análisis de Renta 4, que hace dos meses destacaba un par de extremos sobre Repsol. Uno, su compromiso de remuneración al accionista, con el dividendo en metálico de 0,5 euros por título y la recompra de acciones por valor de 700 millones para 2025; y dos, las bazas de la petrolera para compensar una caída del crudo a 65 dólares el barril, con un impacto de unos 500 millones en la caja. Esas bazas son el programa de ahorro de 450 millones aprobado en 2024; una reducción de inversiones de hasta 500 millones, y más producción.
Para la multinacional, como para el resto de las compañías del sector, es un momento clave: Repsol deshace posiciones en la actividad tradicional para tratar de abrir hueco en energías renovables. En el crepúsculo del negocio de siempre, intenta impulsar la producción de ecocombustibles —elaborados con residuos— y de hidrógeno para hacer frente al desarrollo del coche eléctrico y sostener el valor de las infraestructuras levantadas en otro tiempo. Entre ellas, las 3.300 gasolineras que mantiene en España, un tercio del total del país. Están en marcha inversiones en la conversión de residuos en metanol —800 millones, Ecoplanta, Tarragona— y en combustibles “renovables” en Puertollano. En la compañía nadie piensa que el petróleo vaya a desaparecer de la noche a la mañana, pero ya no considera un triunfo gastar un millón de euros diario en prospecciones como sucedía hace apenas unos años en aguas de Canarias. Quiere aprovechar lo que tiene. Sobre el papel, mantiene el objetivo de cero emisiones netas en 2050.
El informe Paris Maligned III del centro de estudios climáticos Carbon Tracker —que evalúa el acomodo de las principales petroleras y gasísticas a los objetivos medioambientales del Acuerdo de París— sitúa a Repsol en primera posición de la clasificación de las grandes productoras mundiales. Lo cual no es decir mucho porque, según el mismo informe, todas las empresas analizadas están muy lejos de alcanzarlos. Más cerca, la clasificación del Observatorio de la Sostenibilidad de 2024 señala que Repsol sigue siendo la principal firma contaminante en España con 11,8 millones de toneladas de CO2 equivalentes, seguida de Endesa, EDP, Naturgy, ArcelorMittal, Moeve (antigua Cepsa) Iberia, Iberdrola, FCC y LafargeHolcim. Queda tarea. La última cumbre del clima (COP29) celebrada en 2024 fue decepcionante, según las organizaciones medioambientales. Nada nuevo; en la de tres años atrás (COP26), su presidente, Alok Sharma, apenas pudo acabar su discurso tragándose lágrimas de impotencia por el mal resultado. La función tiene que continuar.
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