Corea del Sur es el gran tapado de la energía nuclear
El país asiático, que lleva décadas desarrollando tecnología atómica, atrae la atención de naciones que buscan no depender de Rusia y China. En juego está un negocio de nueve billones de dólares

Una máquina del tamaño de un edificio de ocho pisos trabaja sin descanso en la ciudad portuaria surcoreana de Changwon golpeando enormes bloques de acero al rojo vivo con la fuerza de 240.000 hombres. La prensa de forja de Doosan Enerbility —la más grande de su tipo en el mundo— moldea el metal incandescente que sirve para fabricar ejes para barcos, rodillos para acerías y otros componentes fundamentales de la industria. Actualmente también se fabrican muchas piezas para reactores nucleares.
Corea del Sur lleva décadas desarrollando tecnología atómica propia, con la vista puesta tanto en su creciente consumo de energía como en la urgencia global por abandonar los combustibles fósiles. Ahora, esta industria discreta pero eficiente, que prospera en la costa sureste del país, está atrayendo la atención de países occidentales que buscan energía segura, de bajas emisiones y a un precio asequible, sin depender de Rusia o China, los grandes dominadores del sector del átomo.
La industria nuclear mundial ha experimentado un renacimiento espectacular en los últimos años, impulsada por la preocupación climática y las crecientes demandas energéticas de la tecnología del siglo XXI. Los reactores suministran casi una décima parte de la energía mundial, pero los pronósticos indican que la producción de las plantas atómicas debe triplicarse para 2050 si se quiere frenar el peor escenario del calentamiento del planeta.
Más de 30 países se han comprometido a ayudar a alcanzar esa meta. La computación en la nube y la inteligencia artificial (IA) aumentan esa presión: para 2027, la IA generativa podría consumir tanta energía como la que España necesitó en 2022, según estimó Morgan Stanley el año pasado.
Energías como la eólica y la solar pueden ayudar a reducir la huella de carbono asociada a ese aumento y, además, los costes de almacenamiento de energía están disminuyendo, pero no pueden suministrar energía baja en carbono y fácilmente disponible las 24 horas del día como sí es posible con la nuclear. “La demanda de energía está aumentando y la gente pide energía limpia disponible 24 horas al día, siete días a la semana”, dice Jongwoo Kim, vicepresidente de Doosan. “La energía nuclear es la única opción que ofrece ambas cosas”.
A medida que empresas como Amazon, Microsoft y Meta se preparan para usar más energía nuclear, el mensaje es claro: se necesitan más reactores con urgencia. Según Clean Air Task Force, una organización climática sin ánimo de lucro, se requerirán hasta nueve billones de dólares en inversión en los próximos 25 años para triplicar la capacidad nuclear, es decir, unos 250.000 millones de dólares por año.
Algunas dudas
Lo que es menos obvio es quién los construirá, dado que esta industria se ha contraído por la presión de los altos costes, los largos plazos, la estricta regulación y la oposición política. Estados Unidos y Francia, antes pilares del sector, han acumulado sobrecostes y demoras. Rusia y China, los gigantes actuales, tienen dificultades para atraer compradores occidentales por preocupaciones de seguridad nacional. Y Japón todavía está recuperándose del desastre nuclear de Fukushima en 2011.
Eso deja a Corea del Sur, un actor relativamente nuevo en exportaciones nucleares, en posición de aprovechar esta rentable oportunidad. Según un análisis de Bloomberg Businessweek sobre más de 400 reactores planificados o propuestos en todo el mundo, Corea del Sur está en condiciones de hacerse con el 43% de ellos, lo que convertiría al país en uno de los mayores exportadores de tecnología atómica de la próxima década. China se convertirá en el primer productor mundial de energía nuclear en torno a 2030, pero enfocado principalmente en su mercado interno. “Podemos entregar una planta nuclear a tiempo y dentro del presupuesto”, sostiene Kum Yong Jang, alcalde interino de Changwon. “Por eso el mundo está interesado en la tecnología coreana”.
Seúl se comprometió en 2022 a exportar 10 reactores para finales de esta década. Su primer proyecto internacional fue Barakah, en Emiratos Árabes Unidos, un contrato de 20.000 millones de dólares adjudicado en 2009 y finalizado en 2023. Lo que llamó la atención de los veteranos del sector fue que se completó con pocos retrasos, algo inusual en esta industria conocida por sus enormes sobrecostes. “La gente era muy escéptica”, dice Chanho Ahn, director de energía nueva en Hyundai Engineering & Construction Co, responsable de la construcción de cuatro reactores. “Hicimos exactamente lo mismo que hemos hecho en proyectos en Corea”.
El siguiente desafío está en Europa. El verano pasado, un grupo surcoreano, liderado por Korea Hydro & Nuclear Power (KHNP), fue seleccionado como contratista preferente para un proyecto checo, en lugar de Électricité de France (EDF), para construir dos reactores nucleares por 18.000 millones de dólares. A principios de mayo, un tribunal checo impidió temporalmente que el gobierno firmara el acuerdo después de que EDF impugnara el resultado. La Comisión Europea ha expresado su preocupación.
Parte de la ventaja coreana reside en el efecto red: ingenierías, constructoras, empresas de servicios, proveedores de combustible y bancos trabajan juntos en una industria muy cohesionada. Algunas son estatales y otras son empresas privadas, muchas de las cuales se benefician de financiación y préstamos gubernamentales. Es un enfoque similar al de China o Rusia, donde se aprovechan las cadenas de suministro nacionales para lograr la firma y el cumplimiento de acuerdos entre gobiernos. “Tienen enormes ventajas gracias a su enfoque de team Korea”, dice Mark Nelson, director de Radiant Energy Group, consultora que trabaja principalmente con clientes occidentales de la industria nuclear. “Llegan a un país cliente como un solo grupo”. Otro ingrediente es la coherencia, afirma Bum-Jin Chung, profesor de ingeniería nuclear en la Universidad Kyung Hee, que forma parte de consejos asesores gubernamentales y es director de la empresa de reactores modulares pequeños (SMR) NuScale Power Corp.
Incluso antes de empezar a exportar tecnología, Corea del Sur llevaba medio siglo probando su capacidad nuclear. Tras el fin de la Guerra de Corea en 1953, el presidente Syngman Rhee consideró los reactores como una herramienta clave para el suministro de energía y la reconstrucción del país. El primer reactor comercial empezó a construirse en 1971, con tecnología estadounidense (Corea desarrolló la suya más adelante). Hoy hay 26 reactores activos en el país y se espera que varios más entren en funcionamiento para 2038. “Llevamos más de 50 años construyendo centrales nucleares”, afirma Chung. “Nunca hemos parado”.

Por el contrario, el desarrollo nuclear en Estados Unidos se paralizó tras el accidente de Three Mile Island en 1979, cerca de Harrisburg, Pensilvania. La industria francesa tuvo que lidiar con la oposición pública tras el desastre de Chernóbil en Ucrania en 1986. Japón sufrió su gran desastre en Fukushima en 2011. Todos tuvieron años de inactividad y pérdida de experiencia. Corea del Sur, hasta ahora, ha evitado eso. Sus diseños de reactores han sido certificados para su uso en Europa por la organización European Utility Requirements, y sus décadas de experiencia han formado a un ejército de trabajadores cualificados que saben cómo construir sistemas de energía complejos que, por lo general, evitan los sobrecostos y los retrasos.
A pesar de todo el entusiasmo, la industria coreana también ha experimentado tropiezos. Se ha criticado el uso de mano de obra migrante barata en Oriente Próximo, una de las razones por las que Barakah fue rentable, según Kyoungsook Choi, coordinador de energía y cambio climático de la Federación Coreana de Movimientos Ambientales, un grupo activista. Eso podría ser difícil de replicar en Chequia, donde el gobierno espera que KHNP contrate a trabajadores locales que perciban salarios más altos.
“El proyecto de los Emiratos Árabes Unidos no es un caso de éxito”, cree Choi. (KHNP declinó hacer comentarios, aunque el contratista principal del proyecto, Korea Electric Power, afirma que el acuerdo con los Emiratos debe considerarse un éxito excepcional, dados los frecuentes retrasos y sobrecostes en los proyectos nucleares a gran escala).
Turbulencias internas
Corea del Sur también sigue rezagada respecto a los gigantes de la industria. China, el mayor constructor del mundo, tiene 30 reactores en fabricación, casi la mitad del total mundial, utilizando principalmente tecnología local. Su reactor insignia, el Hualong One, cuesta una fracción de los occidentales, aunque hasta ahora solo se ha exportado a Pakistán. Rusia ha perfeccionado su tecnología durante años y la ha vendido a la India, Irán y otros países.
Las turbulencias internas y los cambios políticos en el país también podrían interponerse en las ambiciones de Corea del Sur. En abril, el Tribunal Constitucional confirmó por unanimidad la destitución del presidente Yoon Suk Yeol, firme partidario de la energía nuclear. Con Yoon fuera, el favorito para sustituirle es Lee Jae-myung, líder del principal partido de la oposición, el Partido Democrático. Lee Jae-myung no ha hecho ningún anuncio oficial sobre su política nuclear. En el pasado, sin embargo, Lee se comprometió a no construir nuevos reactores y cerrar los existentes al final de su vida útil. Esto podría frenar el apoyo estatal, especialmente en garantías financieras.
“¿Quién está dispuesto a asumir el enorme riesgo financiero de la construcción? Los proyectos nucleares casi siempre son demasiado grandes para que una sola empresa de servicios públicos, proveedor o banco los financie”, afirma Mark Nelson, director de Radiant Energy Group. “Corea asume un enorme riesgo financiero como Estado al ofrecer paquetes competitivos a los países interesados”.
Aun así, otros países están peor. Tomemos el caso de Hinkley Point C, en el Reino Unido, construido por EDF. Ahora se espera que los dos reactores estén terminados alrededor de 2030 después de múltiples retrasos y costarán casi 48.000 millones de libras (64.000 millones de dólares). O Estados Unidos, donde dos reactores en la planta de Vogtle, en Georgia, desarrollados por Westinghouse Electric, se retrasaron siete años y superaron el presupuesto en más del 100%.
Mientras tanto, Doosan, el propietario de la prensa de forja de Changwon, espera que su cartera de pedidos de equipos nucleares se triplique a 20,6 billones de wones (14.400 millones de dólares) para 2029. La compañía fabricó piezas para la planta de Georgia y suministrará componentes para NuScale, el único diseño de SMR que hasta ahora ha recibido la aprobación de Estados Unidos. “Si yo aconsejara a un país que quiere construir reactores grandes, yo recomendaría a los coreanos”, dice Chris Gadomski, analista nuclear principal de BloombergNEF.
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