La OCDE alerta de que el crecimiento económico global seguirá siendo “frágil”
El organismo apunta a varios focos de riesgo, desde un posible aumento de los aranceles a los desequilibrios fiscales y la burbuja de la IA en las Bolsas


La economía global ha logrado sortear mejor de lo esperado la sacudida arancelaria y geopolítica de la nueva Administración estadounidense de Donald Trump, pero hay varios nubarrones que permanecen en el horizonte y enturbian las perspectivas para los años futuros. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) enumera como focos de riesgo un posible nuevo aumento de las barreras comerciales con el consiguiente frenazo en los intercambios internacionales, una abrupta corrección de las altas valoraciones de los activos en las Bolsas —empujadas por las ganancias corporativas que está brindando la inteligencia artificial (IA)— y los elevados desequilibrios fiscales acumulados por los países, que podrían disparar el coste de la deuda soberana y frenar el crecimiento. “La perspectiva sigue siendo frágil”, resume el organismo con sede en París en su último informe sobre previsiones globales, que publica este martes.
Con estos mimbres, la OCDE mantiene estable su proyección sobre el crecimiento de la economía mundial: estima que habrá una moderación en los dos próximos años, y después se experimentará un ligero repunte. El PIB global avanzará un 3,2% en 2025 y bajará al 2,9% en 2026, seguido de un leve aumento hasta el 3,1% en 2027. La zona euro seguirá arrastrando los pies, con un ritmo solo poco superior al 1% interanual en los tres ejercicios. Estados Unidos tampoco brillará por su desempeño económico: del 2% previsto para este año, el PIB avanzará un 1,7% en 2026 y un 1,9% en 2027.
Junto a sus previsiones, el organismo que reúne a las economías más desarrolladas del globo hace un llamamiento para que los mercados se mantengan abiertos y no se detengan los flujos comerciales internacionales. “El diálogo constructivo entre países es fundamental para garantizar una resolución duradera de las tensiones comerciales y mejorar las perspectivas económicas”, recomienda en sus Perspectivas económicas. “En igualdad de condiciones, un mercado global abierto y funcional se traduce en mejores niveles de vida y un crecimiento más sólido”, abunda.
El alegato en favor del libre comercio llega junto a unas previsiones a la baja en cuanto a intercambios internacionales. De un avance del 4,2% estimado para este curso, prevé una reducción hasta el 2,3% en el siguiente y una leve recuperación en 2027, hasta el 2,8%. “Dadas las fragilidades de la economía mundial, los países deben redoblar sus esfuerzos para entablar un diálogo constructivo que garantice una resolución duradera de las tensiones comerciales y una reducción de la incertidumbre política”, ha añadido el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann, en la presentación del informe.
España, una vez más, sale bien parada en la foto, al menos en términos de crecimiento. La OCDE mantiene invariada su previsión, un repunte del 2,9% para 2025, del 2,2% en 2026 y de 1,8% en 2027, marcas declinantes, pero superiores en todos los ejercicios promedio de la zona euro y a la cabeza de los países desarrollados. El documento destaca como motores de la actividad “la sólida creación de empleo y el crecimiento de los salarios reales”, que seguirán empujando el consumo privado, además del dinamismo de la inversión gracias a la inyección de los fondos europeos.
No obstante, como ya describió el organismo la semana pasada en su informe específico sobre España, alerta sobre los persistentes desequilibrios fiscales y en concreto sobre la elevada ratio de deuda pública. Pese a la fuerte corrección desde los máximos registrados durante la pandemia, el pasivo sigue rondando el 100% del PIB. Y el aumento de las presiones sobre el gasto en el largo plazo —debido, en particular, al envejecimiento y el aumento del coste de las pensiones— supone una amenaza. Por ello, la OCDE insiste en la necesidad de diseñar medidas que frenen el aumento del desembolso en pensiones, reducir el gasto ineficiente y mejorar la recaudación fiscal. Recomienda, además, crear un “entorno empresarial más favorable” para fomentar un mayor crecimiento de la inversión y la productividad, reduciendo las cargas administrativas y regulatorias, así como las diferencias que actualmente existen en las normativas nacionales, regionales y locales.
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