El Banco de España eleva el crecimiento al 2,6% en 2025 pero ve riesgos a la baja
El supervisor revisa positivamente el comportamiento de la economía española mientras advierte sobre un entorno donde la incertidumbre sigue elevada

Nuevo espaldarazo a la economía española, esta vez de la mano del Banco de España. Pese al contexto internacional revuelto, el supervisor ha tomado nota del buen desempeño de la actividad en los últimos meses y ha corregido al alza su previsión de crecimiento del PIB para este año, hasta el 2,6%. La revisión implica una mejora de dos décimas con respecto a la estimación de junio y se explica en gran medida por el mayor dinamismo registrado por el consumo privado y la inversión, superior a lo previsto. De cara a los dos próximos ejercicios, el organismo mantiene su pronóstico invariado. La economía seguirá creciendo, aunque a un ritmo menos intenso y más alineado con el crecimiento potencial de la economía, del 1,8% el ejercicio que viene y del 1,7% en 2027, aunque permanezcan riesgos a la baja.
El organismo revalida así la buena marcha de la economía española y se une a la sucesión de revisiones al alza de distintos organismos elaboradas en los últimos meses. La última, este mismo martes, del Gobierno central, que ha elevado su pronóstico hasta el 2,7%, también una décima más de lo que preveía hasta ahora. España ya había sobresalido el año pasado como el país que más creció entre las economías avanzadas, un vigor que se mantiene este ejercicio pese al estancamiento de la eurozona, las tensiones geopolíticas y la guerra comercial global desatada por EE UU, según destaca el Banco de España en sus Proyecciones macroeconómicas de septiembre, publicadas este martes.
“Teníamos una perspectiva de crecimiento para 2025 que se ha visto superada”, ha señalado durante la presentación del informe el director general de adjunto de Economía del Banco de España, Galo Nuño, quien ha subrayado que, además de la sorpresa de los datos agregados, se ha producido un importante cambio “en los que son los motores de crecimiento” de la economía española.
El PIB avanzó un 0,7% entre abril y junio, un ritmo superior al experimentado en el primer trimestre del curso y enseñando un rostro distinto con respecto a los años pasados. El consumo privado y la inversión, espoleados por una mejora de las condiciones de financiación y de las rentas familiares —gracias a la fuerte creación de empleo, los flujos migratorios y las mejoras salariales—, han ganado protagonismo frente a las exportaciones y el consumo, que fueron los grandes motores del crecimiento pospandemia.
De cara al tercer trimestre, el Banco de España estima que la actividad avance a una tasa similar, de entre el 0,6% y el 0,7%, arrastrado por los mismos vectores, aunque su impulso se irá moderando puesto que la relajación de las condiciones de financiación es ya menos intensa y se proyecta una ralentización en el crecimiento tanto del empleo como de los salarios. Aun así, el consumo privado seguirá siendo el principal dinamizador de la economía en los próximos ejercicios, “fruto de la evolución proyectada para la renta disponible, el empleo y los flujos migratorios”, y la inversión continuará exhibiendo músculo gracias a la relajación de los tipos de interés, el despliegue de los fondos europeos y el impulso de la infraestructura residencial.
Esta, sin embargo, será insuficiente para zanjar la actual crisis de acceso a la vivienda. De hecho, Nuño ha lanzado un aviso a navegantes sobre este punto, aunque no esté desglosado en las proyecciones recién publicadas por el banco: “Puede ser un cuello de botella para el crecimiento de la economía”.
Por otra parte, el consumo público, que ha perdido fuelle y encadena dos trimestres consecutivos de contracción, seguirá reduciendo su aportación al PIB. También se espera una desaceleración de la demanda externa ante la moderación en las llegadas de turistas internacionales y la guerra comercial. En este campo, la nota positiva es que Bruselas y Washington han alcanzado un pacto comercial, que encarece las exportaciones europeas hacia el gigante norteamericano, pero ha reducido los niveles de incertidumbre. Sin embargo, quedan flecos por cerrar, puesto que la negociación incluye acuerdos no arancelarios que aún no se han aclarado del todo. “No puede descartarse un eventual deterioro del contexto externo o que dicha incertidumbre tenga un impacto más adverso que el observado hasta ahora”, señala el informe del supervisor.
Más inflación
La previsión sobre la inflación, en cambio, empeora en una décima, consecuencia de los incrementos registrados en los últimos meses causados en principal medida por la presión que están ejerciendo los precios energéticos. Las proyecciones del supervisor apuntan a una moderación de los precios en la recta final del año, para cerrar el ejercicio en el 2,5%. “En 2026 se prevé que la inflación prolongue esta senda de desaceleración gradual, hasta registrar un 1,7% en el promedio del año, mientras que en 2027 repuntaría hasta el 2,4%”, una subida que el organismo achaca a la introducción prevista de un nuevo régimen de comercio de derechos de emisión en la UE. Sin este cambio, el crecimiento de los precios sería del 1,7%.
El Banco de España también mejora las perspectivas de déficit para el ejercicio, reduciéndolo del 2,8% del PIB al 2,5%. La revisión se explica en parte por la buena marcha de la actividad y en parte por la exuberancia de los ingresos tributarios, sobre todo los impuestos directos como el IRPF, que crecen a tasas sostenidas gracias al impulso del empleo y el buen comportamiento de los beneficios empresariales. Lo que genera dudas es el cumplimiento de la senda del gasto primario neto, referencia de las nuevas reglas fiscales europeas, que según el organismo será superior este año (en un rango entre el 4,4% y el 5,1%) al objetivo del 3,7% comprometido por el Gobierno.
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