Las opas provocan un choque entre bancos y gobiernos en Europa
El sector critica que los vetos a las fusiones y adquisiciones suponen un revés a la todavía incompleta Unión Bancaria


Los intentos de fusiones y adquisiciones de bancos en varios países europeos han disparado la tensión entre los gobiernos, de un lado, y dirigentes del sector privado y autoridades monetarias del otro. Los primeros, como se ha visto en la oposición de Berlín a la posible adquisición de alemán Commerzbank por el italiano UniCredit, quieren proteger unos supuestos intereses nacionales. Los segundos alegan que estos vetos suponen un revés a la todavía incompleta Unión Bancaria, que debería facilitar la creación de gigantes europeos en condiciones de competir con los colosos estadounidenses y asiáticos.
“Desde el momento de la covid, los gobiernos, sobre todo europeos, han adoptado una posición mucho más intervencionista”, lamentó la semana pasada Andrea Orcel, consejero delegado de Unicredit, en el foro Young Factor, una conferencia internacional convocado en Milán por la organización Osservatorio Permanente Giovani-Editori. Ahí, en el viejo e imponente edificio de la Bolsa milanesa, de arquitectura fascista, estaban 360 estudiantes de seis países europeos y un plantel de banqueros centrales y líderes empresariales congregados durante tres días por el infatigable Andrea Ceccherini, presidente del Osservatorio, decidido a llevar a Europa su plan de “alfabetización económico-financiera” y a acercar a los jóvenes a las más opacas y abstrusas instituciones europeas. Ante este público, Orcel, que ya ha topado con más de un gobierno, denunció: “El elemento digamos político se ha vuelto mucho más importante”.
La batalla se desarrolla a escala nacional: gobiernos escépticos como el italiano ante la toma del Banco BPM por UniCredit y el español ante la opa de BBVA sobre el Banco Sabadell. Este martes se espera la decisión en España.
La batalla es internacional, también. Y aquí es donde puede haber un impacto más rotundo sobre el proyecto de la Unión Bancaria, que los banqueros en el foro de Milán definieron como necesario para armar la Unión Europea en la jungla geopolítica y económica global. Es el argumento de quienes defienden que una opa transfronteriza como la UniCredit sobre Commerzbank debería verse libre de cualquier obstruccionismo político y dejar la decisión a los accionistas y a las autoridades monetarias y de la competencia.
UniCredit, que por ahora tiene el 28% de Commerzbank, por debajo del umbral del 30% que desencadenaría la opa, ya topó hace unos meses con el rechazo del canciller socialdemócrata, Olaf Scholz. Su sucesor, el democristiano Friedrich Merz, sigue viendo con malos ojos la operación. Unos días antes de las declaraciones de Orcel en Milán, Merz envió una carta a los presidentes del Comité de Empresa de Commerzbank.
El canciller aseguraba a los representantes sindicales que se tomaba “muy en serio” la inquietud de sobre posibles reducciones de personal con la fusión. Y subrayaba que Commerzbank “es líder” en la financiación del llamado Mittelstand, el entramado de pequeñas y medianas empresas que constituyen el auténtico pulmón de la primera potencia económica e industrial de Europa. El mensaje era nítido: con el banco alemán en manos italianas peligraría algo esencial para el país.
No lo ven así muchos de los participantes en el foro en Milán —algunos lo dicen abiertamente; otros, cuando la grabadora se apaga— y defienden que son los accionistas quienes deben decidir, o alertan del riesgo de politización en los vetos gubernamentales.
Mário Centeno, gobernador del Banco de Portugal y expresidente del Eurogrupo, respondía a la pregunta de EL PAÍS sobre las actuales operaciones y sus implicaciones europeas con su eterna sonrisa y su perfecto español: “Sin hablar de casos concretos, puedo decir que la unión bancaria es muy joven. Tenemos que reforzarla, tenemos que concluirla. Y para eso todos debemos respetar sus principios. La unión bancaria es como un gran mercado único de los bancos y eso significa que debemos pensar siempre en clave europea.” Y añadía: “Cuando nos desviamos hay que volver a ellos. No se trata de hacer reproches a nadie, sino simplemente decir que hay que pensar en clave europea”.
Otros, como el expresidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, lo decían alto y claro en declaraciones a este diario, y enmarcaban la respuesta en una reflexión sobre el mercado único: “Tenemos una moneda única. Tenemos un mercado único de automóviles. Pero no tenemos un mercado único de capitales, ni siquiera un mercado único de bancos comerciales”.
Según Trichet, el caso de Commerzbank y UniCredit “demuestra hasta qué punto [en el sector bancario] se conservan reacciones que no son propias de un mercado único”. “Podría haber sucedido igual [en el momento de la creación del mercado único] con los automóviles”, añade, “que se dijese: ‘Ni hablar de que los coches alemanes, italianos o franceses estén por toda Europa”. Pero, por más que cada gobernante prefiriera crear empleos en su país, el veterano banquero recuerda que entonces “no se esgrimió ningún pretexto similar”. Y concluye con un punto de tristeza sobre la hasta ahora inconclusa Unión Bancaria: “Es una verdadera lástima que las reticencias nacionales hagan que, en este terreno, no existamos”.
Hay, en el trasfondo de este pulso, un debate sobre hasta qué punto Europa y sus países necesitan menos bancos y más fuertes. O si es peligroso crear entidades too big to fail, demasiado grandes para quebrar. Otro debate es si el criterio debe ser el mismo ante operaciones transfronterizas en la UE, como al de UniCredit y Commerzbank, o dentro de un país como la de BBVA y Sabadell.
José Luis Escrivá, el gobernador del Banco de España, que estuvo en Milán, había respondido unos días antes, en una entrevista a EL PAÍS, a la pregunta sobre si hay precedentes de que la consolidación nacional haya impulsado alguna fusión transfronteriza, intereuropea: “No lo creo. Son, de momento, dos direcciones distintas. El mercado bancario europeo sigue segmentado”.
El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, que también intervino en el Young Factor milanés, declaró hace un año en la emisora OndaCero sobre la oferta de BBVA al Sabadell: “Fundamentalmente, lo que creemos que da lugar a un mercado bancario europeo son las [fusiones] transfronterizas, pero a veces, para llegar a las transfronterizas, hay que llevar a cabo fusiones nacionales”. El pasado 5 de junio, en rueda de prensa, declaró: “Debemos esperar a que haya una opinión definitiva del Gobierno español”.
Orcel, en su coloquio con los jóvenes en Milán, no dudó en comparar su situación con la española. “En estos momentos”, dijo, “Europa no está dispuesta a hacer operaciones nacionales, porque BBVA en España tiene los mismos problemas que nosotros respecto a BPM en Italia y los mismos que tenemos con Commerzbank en Alemania”. De esta y otras intervenciones se desprendía una conclusión: el tiempo de las megafusiones en Europa tardará en llegar.
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