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Tribuna
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Paliativos estériles en la opa

Competencia ni se dignó elaborar cálculos propios sobre cuantas pymes quedarán afectadas por la opa del BBVA al Sabadell

El presidente del Sabadell, Josep Oliu (a la izquierda), saluda al presidente del BBVA, Carlos Torres Vila, el pasado verano.
Xavier Vidal-Folch

Los remedies o paliativos previstos por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) que deberían compensar el tajo a la competencia que implica la opa del BBVA al Sabadell son estériles. Estériles para la abrumadora mayoría de las pymes. El Sabadell vio rechazada su propuesta de incluir en ellos a las compañías medianas (que facturan entre 50 y 200 millones), blindándolas en el compromiso del opante de mantener sus condiciones de financiación. Son algo más del 4% de las afectadas. Pero un poderoso nervio de la economía industrial.

Competencia ni se dignó elaborar cálculos propios sobre cuantas pymes quedarán afectadas, en el informe conocido el día 6 de junio, hace una semana: inaudito retraso de más de un mes desde que dio vía libre a la operación, el 30 de abril. Por pereza, o porque no importa, dice, cuál sea el “número de implicadas”, genial aportación. Por uno de ambos motivos, convalida algún dato del Sabadell: “El 18,4% del total de empresas que facturan menos de dos millones de euros estarían protegidas gracias a la propuesta de compromisos realizada por el BBVA”. O sea, el 81,6% de las micro y pequeñas empresas carece de protección. ¡Bravo!

Digan lo que digan los papeles —este es un mazacote de 191 páginas, lean su precaria redacción—, las demás garantías de los compromisos, como su duración, de 18 meses a tres años prorrogables hasta cinco, son etéreas. Por temporales, para nada estructurales o permanentes. Y el mercado amenaza con cerrarse más: el informe reconoce que los neobancos y las fintechs, una alternativa competitiva teórica, apenas producen para pymes, o en hipotecas. Pocos confían en los mecanismos de verificación, y menos si el protagonista que podría reclamar desaparece. Ni comprobaciones, ni multas sostenibles, ni victorias en los juzgados. La presidenta de la CNMC es una estupenda jurista; su organismo, un páramo.

El capítulo sobre reducción del crédito a las pymes —el más aireado— desautoriza brutalmente las aproximaciones técnicas del opado porque “está perdiendo cuota de mercado” en favor de otros bancos medianos cuya competencia no sería “limitada”, y por eso su desaparición sería menos “relevante”. Con datos ya viejos, pues corresponden a 2022 y 2023, tras una enérgica “limpia” de clientes dudosos o irrentables… cuando desde 2024 recupera cuota: 19 páginas del informe para la papelera.

En realidad, poco importan las posturas del Sabadell, ni del BBVA. La clave es el perjuicio a los clientes por la concentración rampante: 120 entidades financieras desaparecidas entre 2007 y 2021 (reconoce el informe); la segunda oligopolización en Europa tras Holanda (oculta esa comparativa); y el apretujón entre las más poderosas, pues en 2022 cinco entidades (Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell, Unicaja) ostentaban el 69,3% del mercado de crédito (datos del BCE): y si hay fusión tras la opa, parecida cuota (71,69%) la absorberán solo tres. Por eso los grandes aplauden la opa. Y la CNMC se deja capturar. De cinco bancos grandes, quedarían tres. ¿Bastan medidas cosméticas para defender la competencia?

Tiene el informe un capítulo notable: sobre los consumidores. Subraya que las sinergias (ahorros de costes) previstas, de 850 millones, “no puede garantizarse que se vayan a producir”; “no resulta verificable ni cuantificable la posible traslación de beneficios a los consumidores”, que es exigencia de la UE; y la “posible complementariedad” de ambas entidades “no compensaría” la mayor concentración “en determinados segmentos y zonas geográficas” en la entidad resultante. Mientras los riesgos para la competencia crecen, inquietantes. Como “traspasar a los clientes del Sabadell hacia sus propios productos” (del BBVA) “donde las comisiones sean más elevadas o las condiciones sean menos favorables”; o la “exclusión financiera”. ¿Para quién es el negocio?

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