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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Disparates de Bruselas sobre la opa

Callan sobre la operación de Unicredit y Commerzbank pero hablan de la del Sabadell, que no rebasa los límites del mercado español

Xavier Vidal-Folch

La toma de posición de la Comisión Europea sobre la opa del BBVA al Sabadell es disparatada. Primero porque se vehicula de forma anónima, una irresponsabilidad. Segundo, porque al tratarse de una operación interna que no rebasa los limites de afectación del mercado europeo, Bruselas carece de competencias. Tercero, porque demuestra una ignorancia supina sobre la ley española de defensa de la competencia, que es de 2007 y nunca ha sido impugnada.

Dice esa posición clandestina (“fuentes de”) pero hecha pública, que “no ve razones que justifiquen el bloqueo o el rechazo de la operación”, refiriéndose a la futura “decisión del Gobierno”. Es de primero de bachillerato: la ley española no permite “bloquear” la opa: solo modificar al alza o a la baja las condiciones impuestas por Competencia (CNMC). Tampoco la puede “rechazar”, sino, en todo caso, vetar la posterior “fusión”. La opa y la fusión son cosas distintas.

Más desatinos. Con aire de suficiencia, las fuentes europeas añaden que la posición del Gobierno español esté “alineada con las decisiones de las autoridades competentes”. ¿A qué se refiere? ¿Es competente la Comisión en este caso? No. En cambio, sí es competente en la opa del italiano Unicredit sobre el Commerzbank alemán, porque es de carácter transfronterizo, pero ahí el portavoz de Servicios Financieros, Olof Gill, se limitó a musitar que la Comisión “evita comentar operaciones específicas” —como recogió Il Messaggero—, al ser preguntado sobre la oposición del Gobierno alemán.

O sea, callan sobre lo que están obligados a posicionarse, y charlotean acerca de lo que carecen de competencias. Quizá ocurre que la jefa, Ursula von der Leyen, es alemana, y prefieren no acarrearle incomodidades propias del ejercicio de su cargo.

Pero la mención al presunto deber de “alineamiento” con las autoridades “competentes” también alude a los organismos reguladores que sí son parcialmente competentes y ya han tomado postura parcial, como la CNMC (sobre la competencia) o el BCE (sobre la solvencia). Otra ignorancia, porque el Gobierno está cualificado legalmente para intervenir después de todos ellos, aunque deba hacerlo en respeto a las competencias de esos organismos. Respeto (que no “alineamiento”), por más que alguno de sus dictámenes haya sido desatinado. Negar esa competencia a una instancia política legitimada es burda antipolítica.

De otra manera, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, incurrió en similar yerro: “A veces los planteamientos domésticos responden más a cuestiones políticas”, recriminó (Expansión, 21 de mayo). Pero, vamos, ¿el exministro Guindos criticando las decisiones de política económica por ser “cuestiones políticas”? ¿Deslegitima así su rescate bancario de 2012? Pero dice más: esos “planteamientos” domésticos “no están alineados con los intereses europeos”. Coincide con Gill en que la consolidación “ayudará” a crear una unión bancaria europea. En realidad resulta de evidencia científica que las fusiones nacionales no han desembocado en operaciones transfronterizas. En Holanda o España, donde la concentración ya es asfixiante, no ha dado lugar a ninguna. La única seriamente intentada, la protagonizada por Unicredit, exhibe un origen plurinacional: Unicredit es un conglomerado de bancos de origen italiano, con presencia en Austria, Alemania y Europa del Este, y divisiones de banca de inversión en Londres, Milán y Múnich. Nada que ver.

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