El dueño de Sargadelos admite numerosas irregularidades en la fábrica de Lugo y decreta una semana de vacaciones
El propietario, Segismundo García, dice estar “harto” de inspecciones y tira contra su propio tejado señalando que no dispone de trajes ignífugos o que el amianto de las uralitas puede estar deteriorando la salud de la plantilla


Desde primera hora de la mañana, unos 70 trabajadores de la fábrica de cerámica de Sargadelos se concentran en la entrada de la planta de Cervo (Lugo) sin poder acceder, un día más, a su puesto de trabajo. El pulso entre Segismundo García, dueño de la empresa, y la inspección de Trabajo que desde el pasado miércoles mantiene clausurada la factoría, entra en terreno pantanoso. Este viernes, en un comunicado enviado por el empresario a EL PAÍS, insiste, como hizo en días pasados, en vetar el acceso del personal a la planta de producción “hasta que se subsanen las deficiencias” detectadas por la autoridad laboral, que exige entre otras cosas que los empleados utilicen mascarillas y equipos de protección tras el diagnóstico de un caso de silicosis y el estudio de un posible segundo caso por exposición a sílice cristalina, una sustancia cancerígena.
La fábrica de Cervo (Lugo) se paralizó por decisión empresarial después de que Trabajo multase a la firma con 5.000 euros y le instase a subsanar 36 deficiencias que, según fuentes del Ministerio, no requerirían de un cierre, sino de la adecuación de las instalaciones y del suministro de equipos de protección adecuados. En cambio, el empresario, en conversación telefónica, asegura estar “harto” de inspecciones y ha optado por un choque frontal con la administración de resultado incierto. García, que asegura ser “muy buen gestor” y presume de haber levantado la marca “desde cero, sin ser un heredero”, cree que la solución no es poner medidas de protección debido a que cada día decenas de personas visitan las instalaciones, consideradas Bien de Interés Cultural. “Lo interesante es ver la fábrica, el proceso artesanal. ¿Le voy a poner epis y mascarillas a las 40 personas que llegan por aquí todos los días?”.
Su estrategia pasa por añadir leña al fuego. En un insólito comunicado, habla de otras “taras o infracciones que, bien por negligencia o puede que gandulería, la insigne comisaria [en referencia a la inspectora de trabajo] no detectó”. A partir de ahí explica que la cubierta de las fábricas es de uralita, “y es posible que la presencia de amianto también pueda acabar deteriorando nuestra salubridad”. Los hornos de cocción, abunda, funcionan “a temperaturas muy elevadas sin que los empleados a su cargo dispongan de trajes ignífugos, ni las salas en donde se encuentran estén convenientemente señalizadas y aisladas”. Los suelos de la factoría lucense son además “de baldosa deslizante, lo que puede ocasionar resbalones, fracturas y accidentes de todo tipo”.
Añade el empresario otros detalles menores, como que los ordenadores carecen de “encubridores adecuados, por lo que el personal administrativo se ve expuesto a fatiga ocular y posibles trastornos cognitivos y emocionales” o que, al carecer de aire acondicionado, “en los meses de invierno se pasa mucho frío y calor en verano”. Las sillas de la fábrica, “viejas y desgastadas”, no proporcionan el “confort ergonómico mínimo exigible para impedir posibles dolores lumbares o traumatismos vertebrales”. También asume que las puertas y ventanales “no cumplen con la normativa actual”, o que las pasarelas de acceso a las plantas “son de madera, tienen goteras, y en caso de incendio, no permitirían una evacuación adecuada”. El rosario de irregularidades continúa en el departamento de fabricación de pastas, donde los sistemas de evacuación de aguas “tardan tiempo en desaguar y siempre hay agua en el suelo, así como exceso de decibelios por el ruido de los tambores de mezcla”. “Por estar la fábrica en un edificio BIC (Bien de Interés Cultural) es imposible adecuar un plan de evacuación a la normativa vigente, con el consiguiente peligro en caso de contingencia grave”.
En cuanto a la gestión, el comunicado advierte de que los directivos “trabajan mucho más de 40 horas semanales sin facturar horas extra” y que a veces, fuera del horario de trabajo, “llaman por teléfono para interesarse por asuntos laborales”. Por todo ello “en tanto no se resuelven las deficiencias o no se nos indica por autoridad competente, fehacientemente, el camino a seguir, se fija la próxima semana como período vacacional en la planta de producción de Sargadelos (Cervo)”.
Desde el sindicato CIG, su secretario en A Mariña, Xorxe Caldeiro, lo califica de un “cierre patronal” y recuerda que si la inspección hubiese detectado un riesgo grave o inminente para la salud de la plantilla, habría actuado clausurando la fábrica. En cambio, califica la estrategia del dueño como “intimidatoria”. Hasta el momento la empresa no ha comunicado despidos ni ha presentado ningún expediente de regulación de empleo. Por su parte, José Antonio Zan, responsable comarcal del área de Industria de CC OO, añade que la empresa ha ofrecido a los empleados que se reincorporen al trabajo la semana que viene “bajo su responsabilidad”, algo chocante cuando es la empresa la que debe garantizar las medidas de prevención. Sobre la posibilidad de que se vayan de vacaciones, Zan considera que la demanda unilateral por parte de la empresa no tiene validez.
En Sargadelos trabajan 242 personas, el 80% mujeres, pero no cuentan ni con comité de empresa ni con delegados sindicales porque nadie se presentó en las últimas elecciones. Fuentes sindicales creen que años de presión han forzado a la plantilla a esta situación de desprotección laboral, aunque no consta ninguna denuncia de coacciones por parte de la dirección. Al carecer de delegados Sargadelos tampoco tiene comité de seguridad y salud, que se encarga de consultar y evaluar las actuaciones de la empresa en materia de prevención de riesgos laborales.
Al hilo del comunicado, el ministerio de Trabajo y Economía Social ha solicitado una reunión urgente con la dirección del grupo Sargadelos, “dada la trascendencia de la decisiones empresariales adoptadas en las últimas horas en la planta de Cervo, con el cierre de uno de los espacios económicos y culturales emblemáticos de Galicia y uno de los pilares centenarios de su acervo cultural”. Asegura el ministerio que la decisión se toma “por la trascendencia de los hechos que afectan directa y subsidiariamente a muchas personas en Galicia”. Desde el departamento de Traballo de la Xunta de Galicia se remiten a las declaraciones del conselleiro José González, que ayer llamaba a la calma apuntando que las deficiencias encontradas “son subsanables y están en plazo para arreglarse”.
El grupo, en un 93% en manos de Segismundo García, está formado por la Fábrica de Cerámica del Castro, Fábrica de Cerámica de Sargadelos y Porcelana de Sargadelos. En 2014, tras la presentación del concurso de acreedores por parte de la anterior dirección, el empresario se puso al frente y en los últimos ejercicios ha facturado entre 12 y 14 millones de euros, con beneficios.
¿Qué es la silicosis y cómo se previene?
La silicosis es una enfermedad respiratoria, de carácter irreversible, calificada como la primera enfermedad profesional incurable en España, con 5.900 diagnósticos desde 2007. Galicia es la región con más enfermos, 1.901 entre 1990 y 2023. Desde el sindicato de inspectores de Trabajo SITSS, sin entrar a valorar el caso concreto, explican que la dolencia está ocasionada por la aspiración de sílice cristalina, que es un mineral que se encuentra en la naturaleza y en innumerables materiales de construcción. "Las dos principales medidas preventivas generales son el trabajo en húmedo y establecer sistemas para evitar la aspiración". En el primer caso se trata de aplicar mecanismos para que durante el corte, pulido o tallado de la piedra, el polvo resultante no se disperse. Las medidas de protección individual incluyen máscaras de protección FFP3. "Si además estamos expuestos a otros contaminantes químicos, (por ejemplo, los que se utilizan para aglutinar compactos de cuarzo) se usaría un sistema de filtros combinados". Añadido a ello, la empresa puede ser requerida para evitar que el polvo llegue a la ropa de los trabajadores proporcionándoles ropa de trabajo adecuada. "Medidas, en cualquier caso, relativamente sencillas de aplicar", señalan.
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