Ni avalanchas ni lleno en el concierto de la MTV
El concierto gratuito no cumple las expectativas de público y arranca con serios problemas de sonido
La gratuidad del macro concierto MTV Galicia ayer en el monte do Gozo de Santiago, con los cautivadores Arcade Fire de cabeza de cartel, espantó al público y desinfló la afluencia. Según las cifras facilitadas por los organizadores, unas 12.000 personas al cierre de esta edición y menos de una hora antes de salir la esperada banda canadiense se movilizaron para asistir a este festival que la cadena retransmitirá en abierto el 18 de septiembre. Una cifra lejos del aforo máximo previsto por el Gobierno gallego, 25.000 personas. La perspectiva de inmensas colas y largas horas de espera sin garantía de tener plaza no se cumplió para este último gran concierto de indie-pop-rock del Xacobeo 2010.
Los chiringuitos de fuera tuvieron que bajar precios por la falta de demanda
Lo organizaba una televisión, pero había desfase entre el vídeo y el audio
Fue un festival de 3.45 horas de música al aire libre tranquilo y cómodo, al haber espacio suficiente para bailar incluso en primeras filas del escenario. Fue un espectáculo potente, aunque el sonido no fue limpio y arrancó con numerosos problemas técnicos que desvanecieron los dos primeros conciertos. Y pese a ser organizado por la cadena de música, las imágenes en las grandes pantallas de cada lado del escenario se emitían con desfase y retardo con el audio. Los teloneros gallegos Cornelius 1960 sufrieron incluso dos cortes de sonido en su media hora de actuación, aunque siguieron tocando, obligados por el guión televisivo.
Y los australianos de The Temper Trap, una de las bandas revelación del año con un único disco editado muy aplaudido por la crítica, Conditions, padecieron continuas distorsiones en sus monitores de sonido que llevaron al cantante incluso a desafinar en varias ocasiones. Pero también tiraron para delante y se metieron al público en el bolsillo con sus temas más rítmicos como Lost Love, que los asistentes correaron con palmadas, o Sweet Disposition, la canción con la que empezaron su carrera, hace apenas dos años. Y el final de sólo 45 minutos de actuación terminó endiablado con Science of fear y los agradecimientos del grupo de Melbourne de participar como teloneros de Arcade Fire.
Y tras lo más novedoso del panorama musical, llegaron Echo and The Bunnymen. Los veteranos del pop británico, que ya estuvieron en el Monte do Gozo en el Xacobeo 2004, hicieron un perfecto repaso de sus 30 años de carrera. Arrancaron con su primero y mítico tema Crocodile, seguida de su famosa versión de People are strange de The Doors. "J'adore (me encanta en francés) la gente", proclamó Ian McCulloch. Uno de los músicos de la banda que se reconstruyó en 1997 no acudió a la cita compostelana por el fallecimiento de su padre. Pero McCulloch, Will Sergeant y Les Pattinson, los tres fundadores del grupo, demostraron estar aún en plena forma. Tocaron muchos de sus más míticos temas, como The killing Moon y Lips like Sugar, y ofrecieron una aterciopelada versión de Walk on the Wild Side de Lou Reed.
Cuando abrieron las puertas del auditorio del Monte do Gozo, a las cuatro de la tarde, dos horas y media antes de saltar al escenario los teloneros gallegos, apenas un millar de personas se había acercado al monte do Gozo. No hubo colas en ningún momento. Ni prisa alguna. Todo el mundo se tomó la cosa con parsimonia, retrasando el momento de entrar a un recinto donde estaba prohibido introducir comida y bebidas que se vendían dentro a precios desorbitados, como dejó constancia el reguero de denuncias presentadas por los conciertos, la semana anterior, de Muse, Jónsi y Pet Shop Boys.
Patente fue la desilusión por la escasez de público de los numerosos vecinos que montaron chiringuitos en la calle de acceso al auditorio: a media tarde bajaron los precios de las consumiciones, lamentando que el público fuese tres veces menos que en el festival de hace una semana, en el que se agotaron las entradas pese a ser de pago. El fantasma del monumental lío que se formó hace un año en el concierto de Bruce Springsteen en el Monte do Gozo por el hacinamiento del público tuvo a buen seguro efecto para desanimar a mucha gente de acudir a un festival con actuaciones cronometradas y cortas. Valió la pena.

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