Un laboratorio para jugar con los sabores
En el restaurante alemán Geschmackslabor, en la ciudad de Bremenhaver, está muy bien visto jugar en la mesa. Se encuentra en un antiguo colegio y su nombre significa "laboratorio del sabor", porque son los comensales y no el chef quienes experimentan a su gusto.
Los platos se sirven listos para comer, pero se pone a disposición del cliente una amplísima gama de sabores concentrados en aceite de oliva para no sólo aderezar la comida, sino darle el toque esencial. Entre los aceites, hay sabores dulces, salados o picantes, y van desde los más convencionales como la naranja hasta otros más exóticos como la bergamota. Los creadores de este concepto de restaurante pretenden que la intervención de los comensales sea una experiencia lúdica y creativa.

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