El coro de las maravillas

Las casi 30 niñas y cuatro niños del coro, coreografía ingenua incluída, cantaban a las bellezas regionales: "Máis de 30 hórreos / hai en Combarro / máis de 30 hórreos / que miran ao mar" o monumento nacional / que ti debes coñecer". En primera fila, las autoridades aplaudían y, por detrás, videocámaras de padres arrobados y más niños que no conseguían reprimir sonidos y murmullos. Fue ayer, en el Conservatorio Histórico de Santiago de Compostela, donde se presentó el proyecto Cancións para coñecer e querer a nosa terra.

"Pasaron los tiempos en los que las señoritas de la buena sociedad hablaban un poco de francés", relató el director de la Filharmonía de Galicia, Maximino Zumalave, "y tocaban al piano Para Elisa". Zumalave ofició de maestro de ceremonias para explicar que la iniciativa, financiada por la Consellería de Cultura y con apoyo de Caixa Galicia, sirve "para que los niños aprendan a sentir gran respeto por Galicia y su patrimonio, y para que algún día se conviertan ellos mismos en su mejor patrimonio".

La mencionada iniciativa consiste en tres docenas de pequeños como soporte vocal de las composiciones, letra y música, de la profesora Esther Sobral. Después de meses de ensayos, Cancións para coñecer e querer a nosa terra se ha materializado en un libro cedé. "Lo importante de esta experiencia", relataba ayer Sobral ante padres e incluso alguna monja, "es que nazca en los niños la ilusión por cantar y por pertenecer a un público". La directora del coro no dejó de señalar "la profesionalidad" de las niñas y niños, "que se portaron muy bien en los ensayos y en la grabación del disco". La lírica del proyecto, adaptada a la infancia cantora, gira alrededor de las maravillas del país: del castillo de Sobroso y las Illas Cíes a las filloas no de sangre.

La representación institucional corrió a cargo del director general de Creación e Difusión Cultural, Luís Bará. Recordó a los maestros del Rexurdimento literario y musical del siglo XIX, Rosalía y Xoán Montes, habló de amor y cariño por el país y confirmó la tónica dominante en el acto de ayer del Conservatorio Histórico de Santiago: ninguno de los adultos que hizo uso de la palabra lo hizo para los niños.