"La corrupción y la represión gobiernan Argelia"

El coronel Mohamed Samraoui está sumido en un mar de dudas. "Busco las claves del desagradable episodio que acabo de vivir", explica en una cafetería al día siguiente de su excarcelación por la Audiencia Nacional. Samraoui, de 54 años, es el militar argelino de más alta graduación que desertó, en 1996, y denunció los abusos del Ejército al que pertenecía durante la guerra civil larvada que vivió Argelia la pasada década.

Con 37 años, llegó a ser el número dos de la Seguridad Militar, ahora rebautizada con otro nombre, que coordina la lucha antiterrorista. "No digo que los islamistas no perpetrasen matanzas; sostengo que los militares cometieron masacres de civiles que achacaron a los barbudos", afirma.

"Hoy día ya no hay matanzas de ese calibre", prosigue el coronel, "pero Argelia sigue como antaño gobernada por los servicios con dos instrumentos: la represión y la corrupción".

El juez Ismael Moreno, de la Audiencia Nacional, decidió el miércoles liberar a Samraoui, aunque deberá presentarse dos veces a la semana en el juzgado más próximo a su residencia. "Hoy sabré si podré acudir al tribunal en Alemania, donde resido y soy refugiado, o deberé permanecer en España", precisa.

Samraoui llegó el 18 de octubre a Benalmádena (Málaga) para presidir la reunión de una federación internacional de ajedrez. "Con mi pasaporte de refugiado viajo por Europa y también entré sin problemas en España, pero cuatro días después se me detuvo", recuerda.

Argel lanzó en octubre una orden de detención con vistas a obtener su extradición. Le acusa de deserción, de minar la moral del Ejército y de terrorismo, motivo por el cual fue trasladado, el 23 de octubre, a la Audiencia Nacional e ingresó en la prisión de Soto del Real (Madrid).

"En Málaga pasé miedo porque a los policías se sumó un agente del CNI y temí que los servicios españoles me enviasen a Argelia para hacer un favor a sus homólogos argelinos", rememora el coronel.

"En Málaga y en Madrid mis derechos han sido vulnerados porque, por ejemplo, tardé días en poder contactar con mi familia o con el Consulado de Alemania", asegura Samraoui. "Pedí un intérprete de francés y se me puso un marroquí rifeño con el que apenas me entendía". "Para colmo, no me han devuelto un par de anillos de oro que me quitaron al detenerme". "Sospecho que Argel me tendió una trampa con la colaboración de algunos españoles", concluye. "Se me escapa por qué lo ha hecho ahora, 11 años después de mi deserción". "¿Se han imaginado que España era el eslabón más débil de Europa?".