El triunfo del inmigrante

Francia de nuevo parece hacer honor a su lema patrio "libertad, igualdad y fraternidad": Sarkozy, hijo de inmigrantes húngaros y nieto de judíos, ha sido elegido presidente de la V República Francesa, constituyendo todo un ejemplo para el ideal de integración que tienen nuestras sociedades con respecto a los nuevos conciudadanos que llegan a nuestros países.

Sarkozy tendrá que hacer frente al proyecto por el cual ha sido elegido; éste no es otro que reformar la maltrecha y caduca V República, devolviendo el orgullo a los franceses por su amada patria. La integración de los descendientes de tercera generación de inmigrantes magrebíes y africanos, la posición de Francia en el contexto internacional y la siempre difícil vocación de faro del Occidente antiamericano son los retos que se le avecinan. Pese a los denodados esfuerzos que haga el nuevo "regente francés", debemos percatarnos de una realidad cuando menos tangible: Estados Unidos, Japón, China, India, Rusia, Brasil... y otros países son la nueva vanguardia de las relaciones internacionales.

Pese a las evocaciones de la pasada grandeza de Francia, las mismas no dejan de ser un mero ensimismamiento. Francia sólo en el contexto regional europeo, a través de la Unión Europea, podrá quizás tener el poder e influencia del que hacen gala nuestros vecinos galos.