Tiempos muertos
El sistema penitenciario es siempre defectuoso. Hasta que no se replantee totalmente su esencia y propósitos, sigue siendo necesario. Luego están las cárceles que más que un castigo son un entierro en vida. Y si encima hay pobreza, peor. Es lo que fue a buscar Jon Sistiaga a las cárceles de Ecuador y Colombia en Presos humillados, presos olvidados, el reportaje emitido anoche en Cuatro. ¿Qué es lo que fue a buscar, en realidad? ¿Los sistemas de represión? ¿El escenario de la humillación? ¿La vida sin libertad y además en la miseria? Aunque haya querido abarcar todo esto, al final lo que quedó en la mente del espectador fue la respuesta a lo último. Los carceleros se limitan a declarar lo que les indican sus superiores. El equipo de televisión es a su vez vigilado (y grabado) por funcionarios. No dan opción. Por lo demás, a pesar de la dureza de las condiciones de salubridad, higiene y hacinamiento, a pesar de la pertinencia de la denuncia y los comentarios a veces intempestivos del propio Sistiaga ("les encanta su papel de manipuladores de personas", dice en off de un policía que orina a lo lejos contra una pared, sin apoyar con el reportaje nada sobre ese supuesto placer), este documento muestra cómo el ser humano es capaz de construir una vida con los escombros de la existencia. Crean sus estructuras internas de poder. Siguen enamorándose, teniendo hijos. También enloquecen.
La realidad es un espectáculo goloso y el documental se ha convertido en un género en auge. Nos implanta recuerdos. En La última batalla, sobre los últimos días del Tercer Reich, el miércoles en La 2, habló un puñado de ancianos testigos de esos días y se recrearon, como en cine de ficción, sus historias. La guerra es también una especie de condena, de vida en el infierno. Un sinfín de dramas y tragedias individuales. Y la suma de sus partes. Al final, el ser humano hasta se permite el humor. Negro. En Estravagario (La 2), la música y el sarcasmo lo puso Transportes Hernández y Sanjurjo que cantaron: "Nunca pidas un Big Mac en un Burger King (bis). Nunca pidas tiempo muerto en Nagasaki o Chernobil".
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