Rescate entre acantilados

Cuando el agente de guardia en el puesto de Gran Tarajal, al sur de Fuerteventura, recibió la llamada de un vecino del pueblo de Las Playitas para avisarle de que acababa de ver a dos subsaharianos llegados en patera, pensó que le estaban gastando una broma. Eran las doce del mediodía del martes, el viento levantaba olas de hasta cuatro metros en el Atlántico y las montañas de agua saturaban de ecos falsos las pantallas de los radares del Servicio Integral de Vigilancia Exterior (SIVE).

El guardia telefoneó a su superior, el alférez Luis Gutiérrez, que se hallaba en Puerto del Rosario, la capital de la isla. Gutiérrez también se mostró escéptico, pero envió a una patrulla a comprobar si la noticia era cierta.

La confirmación le llegó enseguida. Los dos subsaharianos iban descalzos, con las ropas mojadas, decían que habían llegado en patera y no sabían en dónde estaban.

El alférez movilizó el helicóptero de la Guardia Civil, que despegó desde Puerto del Rosario y comenzó a inspeccionar la costa de norte a sur. Al mismo tiempo, una patrullera inició el recorrido inverso desde Gran Tarajal.

A las 12.30, el teniente Rafael divisó desde el helicóptero una patera rodeada de inmigrantes, en una pequeña cala encajada entre los acantilados de Vallecorto. La noticia volvió a sorprender al alférez, porque las patrullas terrestres enviadas a Las Playitas, tres kilómetros al sur en línea recta, informaban de que seguían apareciendo inmigrantes.

A las 14.30, el helicóptero desveló el misterio: había una segunda patera en la cala de Los James, cerca del faro de La Entallada.

Caminos de cabras

El rescate de los inmigrantes de las dos barcas se presentaba difícil. Se hallaban en el fondo de sendos barrancos de 200 metros.

Desafiando al viento que amenazaba con estrellarlo contra las rocas, el piloto del helicóptero logró posarse en un repecho de los acantilados de Vallecorto. Dos guardias civiles rurales, acompañados por tres gendarmes marroquíes que patrullaban con ellos en calidad de observadores, comenzaron a descender por peligrosos caminos de cabras.

"Los inmigrantes estaban agotados, deshidratados y con hipotermia. Trataban de escalar las rocas, pero como iban todos descalzos se cortaban los pies", relata el alférez. Guardias y gendarmes los subieron casi a cuestas hasta el helicóptero, que evacuó a dos de ellos hasta el hospital de Fuerteventura. Así consiguieron rescatar a 45.

Mientras tanto, seguían apareciendo inmigrantes en Los James, tres kilómetros al sur. Los agentes ayudaron a alcanzar la cima a 41, pero en el fondo del barranco quedaron otros cuatro: tres no podían moverse y el otro estaba muerto; había fallecido de hipotermia durante la travesía. Un helicóptero del Gobierno de Canarias consiguió izar a los tres supervivientes con un cable. El cadáver no pudo ser recuperado hasta ayer.