Sevilla, protagonista

Y Sevilla, protagonista absoluta. Por obra de Ortiz Nuevo, Sevilla dedicó una noche a mirarse el ombligo, a verse lo guapa que está. Un espectáculo cuidado, con elementos de muchas procedencias -hasta la voz de Pepe Marchena, hasta la música de Albéniz y Turina- y un denominador común: la ciudad del Guadalquivir. Y que por añadidura contaba de antemano con el aplauso del público. Empezó Israel Galván, con la voz a palo seco de Marchena. Después bailaría los tangos del Titi, con su hermana Pastora, en una creación llena de personalidad y encanto. Encarna Anillo cantó saetas de la de los Peines. Franco tocó la Amargura de Font de Anta en versión de Riqueni. Miño tocó la música sevillana de Albéniz.

Así iba discurriendo esta Sevilla de primores cuando Amador y Franco atacaron uno de los números fuertes: los martinetes y las soleares de Triana. Amador cantó con gran empaque, con señorío. Como después, en la segunda parte, interpretaría las siguiriyas. Chano Lobato hizo los tangos de las Viejas Ricas, con su donaire especial, y cantó Triana, Triana. Por último, fue una gozada el cierre por sevillanas, con toda la compañía en el escenario. Con parejas bailando a su aire, con mucho humor y mucho donaire. Sevilla quedó en paz consigo misma... de momento. Y todos encantados de la vida.