Charlotadas
La actriz Geraldine Chaplin explicó la semana pasada en el programa de televisión Salsa rosa lo mucho que le gustó ser esposa del director de cine Carlos Saura con esta frase: "Era un gran director y lo mejor es que, después del trabajo, te lo llevabas a casa. En cambio, si trabajas con un banquero y te lo llevas a casa, debe de ser aburridísimo".
No es nueva esta presunción de aburrimiento que pesa sobre el colectivo de los banqueros. Siempre que alguien de profesión considerada "divertida" tiene que poner de ejemplo a un profesional materialista, conformista, rácano, aburguesado o gris, desenfunda a los banqueros. Claro que los divertidos que vejan al colectivo de banqueros "porque trabajan contando dinero" son los mismos divertidos que encuentran sensible al colectivo de los jardineros "porque trabajan regando flores". Desde luego, los banqueros que yo conozco no son más aburridos que los actores. En el bar donde suelo desayunar coincido con los de la Caixa Penedès de la esquina. Me parecen muy simpáticos y no creo que sea tan fácil determinar si alguien es aburrido o no según su profesión. Claro que, normalmente, los que encuentran aburridas cosas que está por demostrar que lo sean (como volver a casa con un banquero) son los mismos que encuentran divertidas cosas que jamás deberían serlo, como el aprendizaje de las matemáticas, el ir sin paraguas bajo la lluvia o comer.
Recuerdo esa canción de Golpes Bajos que se llamaba Malos tiempos para la lírica ("malos tiempos para la liricá", pronunciaban ellos, demostrando que, en efecto, eran malos tiempos para ella). Una estrofa decía: "Seguro que algún día, cansado y aburrido, encontrarás a alguien de buen parecer, trabajo de banquero bien retribuido y tu madre con anteojos volverá a tejer...". También para ellos ser banquero era lo contrario de ser lírico. Y yo me alegro. Porque mientras haya mujeres como Geraldine Chaplin, que adoran volver a casa con Carlos Saura, las mujeres como yo podremos seguir alimentando el sueño de volver algún día a casa con Emilio Botín.
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