La tradición demócrata

Su fuerza es su debilidad: Dick Gephardt (que cumple 63 este año, de los cuales ha dedicado 33 años a la política) es el veterano por antonomasia. Además, es hijo adoptivo de Iowa (nació en el vecino Misuri) y el que más estrechas conexiones tiene con los poderosos sindicatos.

Pero esos activos le pesan: es la continuidad, la pura esencia del viejo Partido Demócrata. Hijo de un lechero y fiel a la tradición obrera demócrata, ataca el Tratado de Libre Comercio -"nunca olvidaré los 30.000 empleos que Iowa ha perdido en el sector de las manufacturas en los últimos 10 años, porque yo vengo de ese mundo"- y ofrece una fórmula para que haya cobertura médica global, uno de los puntos en los que todos los candidatos coinciden.

Apoyó la guerra contra Irak, pero declara a Bush "incompetente" para la presidencia. Los trabajadores de cuello azul y blanco y los jubilados están con él. Su gran problema es que sólo le sirve la victoria (lo cual no le auguran los volátiles sondeos ahora, al contrario de hace un mes).

Casi no le queda dinero y si Iowa le da esta vez la espalda (ganó aquí en 1988), en este Estado habrá acabado la vida política de este veterano.