"En España nos falta un gran debate sobre nuestra historia para entender el presente"

Quienes la conocen la definen como una persona discreta, inteligente, culta y muy directa. Estudió en el colegio Estudio, que le insufló en los difíciles años 50 una educación basada en el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza. En la Universidad continuó con su "compromiso liberal", estudió Políticas y acabó en la docencia, donde piensa regresar. Militó en el PSOE "un rato" tras la intentona golpista del 23-F, un gesto simbólico que se diluyó ante la fuerza de su vocación investigadora. Ahora entra como número dos de la lista del PSOE por Madrid como independiente ("la política siempre ha formado parte de mi mundo"). Tiene dos hijos. Nieta de un Calvo-Sotelo y de Blas Cabrera, fundador de la Física moderna en España y exiliado de la Guerra Civil, la futura parlamentaria (Madrid, 1951) ayer se sentía "un poco aturdida y preocupada" ante su nuevo horizonte, también "encantada de la invitación del PSOE". Y asegura que no desea ocupar cargo alguno en la Administración.

Pregunta. ¿Cómo se gestó la propuesta?

Respuesta. Conocí a Zapatero en las elecciones municipales de mayo, en 2003, en una comida en la Residencia de Estudiantes, una institución por la que él se ha sentido muy atraído. Y hace dos semanas me llamó.

P. ¿Asume que haya compañeros que la miren con desconfianza y ese lado menos amable de una organización política?

R. No tengo intención de entrar en esa batalla. Lo que me atrae es el trabajo parlamentario.

P. Como estudiosa de la Historia contemporánea, ¿qué puede aportar desde el PSOE al debate sobre la unidad de España y las tensiones territoriales?

R. En este país falta un gran debate, como sí lo ha habido en Alemania, sobre nuestra historia, que impulsado por los historiadores se traslade al conjunto de la sociedad. La Historia como instrumento para entender el presente, y no como arma para tirarse los trastos unos y otros, el PP y los nacionalistas. Sin conocer la Historia es fácil manipular los hechos. El desafío es articular la existencia de España de forma que esa pluralidad indudable se sienta cómoda dentro de España.