Bandas de bandidos
Bandas de bandidos recorren la costa valenciana, y el interior si se tercia, y en todas partes triunfan en el descerrajado de puertas, en el escalamiento y la nocturnidad, y en el desactivado de alarmas, que para ellos es un juego de infantes. Bandas de bandidos conocen bien pueblos y montes, caminos y sendas, y cada madrugada eligen un ramillete de apartamentos marítimos, o de indefensas casas unifamiliares, y la emprenden con gozo contra las propiedades ajenas: este adorno de marfil, aquellas bandejas de plata, los cuadros del comedor, las joyas de la abuela, y si hay tiempo y furgoneta, también la lavadora y el frigorífico, el microondas y el receptor de la telebasura, los discos compactos y los videos, el ordenador del padre o del hijo, y el espíritu de la familia entera; y cuentan que todo esto lo hacen los bandidos -que son irónicos y veloces-, dando vivas a las fuerzas del orden.
Muchos de estos bandidos son españoles, naturalmente, pero a ellos se han unido, con gran alborozo, grupos de ciudadanos extranjeros, muchos de ellos procedentes de los países del Este de Europa; y se da el caso chocante de que buena parte de estos ladrones orientales fueron en tiempos militantes de los antiguos partidos comunistas de los países balcánicos, o miembros de sus fuerzas del orden, y su labor consistía en vigilar al enemigo capitalista desde oscuras oficinas de Belgrado o Titogrado, de Tirana o Bucarest. Años más tarde, olvidada de un plumazo la predicación marxista, la fraternidad universal y el paraíso en la tierra, estos individuos dirigen bandas muy peligrosas que revientan pisos y barcos, coches y cajeros, obispados y naves industriales.
Vivimos tiempos de gran desvalijamiento, y la provincia de Alicante está en lo más alto del ranking europeo, y la de Valencia a un paso. Nunca se vio mayor profusión criminal en esta tierra, ni mayor desbordamiento y confusión en los agentes del orden. Por eso tiene tanta razón Zapatero cuando afirma que la seguridad ciudadana es uno de los rostros del progreso. Y también de la libertad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Trump sanciona a dirigentes, activistas y ONG europeas que luchan contra el discurso de odio en redes
De la convivencia democrática a Europa: el discurso de Felipe VI en ocho frases
Feijóo entrega a la jueza los ‘whatsapps’ que recibió de Mazón el día de la dana
La falta de tratamiento del tabaquismo empeora la esperanza de vida de los pacientes con trastornos mentales
Lo más visto
- La revalorización de las pensiones queda en el aire por la negativa de la derecha a apoyar otras medidas sociales
- El líder groenlandés responde a Trump: “Groenlandia es nuestro país. Nuestras decisiones se toman aquí”
- Juan Carlos Ferrero: “Más que dolor, siento pena; los finales siempre son tristes”
- La cúpula de Vox votó por unanimidad la destitución de Javier Ortega Smith
- Los ‘whatsapps’ de Mazón a Feijóo del día de la dana: “Un puto desastre va a ser esto presi”




























































