Feliz conjunción

Este vino es fruto de un una yuxtaposición. Hijo de un acoplamiento, si se quiere, entre una bodega que fue pionera en su día, allá por los años ochenta, dentro de una adormecida Navarra de fulgurantes rosados y mediocres tintos, y un personaje fuera de lo común como es Quim Vila, el tendero más inquieto de España, que desde su Vila Viniteca de Barcelona irradia amor y cultura por el vino al tiempo que hace buenos negocios. Pensado, diseñado por Vila y elaborado con su reconocido buen hacer por Juan Magaña, Torcas se ha colocado, nada más aparecer, entre los mejores tintos del país.

Desde luego, el diseño se ajusta a todo lo que cabe esperar de un vino moderno y con pretensiones de grandeza: concentración, impresionante carga tánica, carnosidad y voluptuosidad de su fruta madura, para ofrecerse con etiqueta vanguardista que viste una botella especial de mucho peso. La idea es hoy, por demasiado repetida, peligrosa. Una nueva y fatal uniformidad nos acecha tras estas exuberancias rubensianas. Pero Juan Magaña ha sorteado con habilidad los peligros. Primero, porque tiene un soberbio viñedo donde se cultiva un merlot de ensueño, que es la viga maestra sobre la que se sostiene el vino. Segundo, porque, con el mejor estilo de la casa, ha conseguido dotarlo de gran intensidad y profundidad aromática plena, de matices minerales y especiados que ennoblecen cierta sobrecarga frutal.

Así, la contundencia de este tinto vigoroso se ve matizada de finura ornamental, con el entramado de fondo de un sutil juego de maderas francesas. El vino pide tiempo para afinar el conjunto armónico de su profunda sensualidad.