'Citius, altius, fortius'

¿Qué parte del público que ha seguido las Olimpiadas cree aún que fomentan la solidaridad entre los seres humanos, simbolizados por l@s deportistas, reu-nid@s entre los mejores para mostrar un espectáculo sano, de superación personal, en representación de la patria... ? Más vale creer que la mayoría ha contemplado ceremonias y competiciones con desapego, sólo por ver batirse el cobre a sus héroes/heroínas del short. Si han trasnochado para emocionarse en directo, debería haber ido dejando a un lado la coartada de los valores y las mejores credenciales del género humano, manipulada para avalar la presencia tanto de l@s profesionales de distintos tipos de pelota como de las mujercitas bonsái que consagran su pubertad y su apetito al claustro gimnástico. Nos quedamos con la impresión de que los magnates del deporte acuden a barnizarse de ideales y otr@s a ser chulead@s por las jerarquías que seleccionan, entrenan y puntúan. Y todo el festín a mayor gloria de las multinacionales de material deportivo fabricado sin la menor deportividad... El africano que nunca había visto una piscina olímpica no logrará que se hable de él por algo más que una curiosidad. Si al menos se hubiera perpetuado la tregua que en la época clásica se respetaba durante los Juegos, la clausura de las Olimpiadas no se habría disputado la primera plana con las competiciones de tiro al palestino y lanzamiento de piedras, fatalmente eliminatorias.-