El Alavés regala el empate a la Real y la acerca al precipicio

Si se trataba de hacer de la necesidad virtud, el Alavés demostró mejor curriculo, mayor disposición y mejor conocimiento de sí mismo. La Real parece haberse acomodado al diván y le ha cogido gusto al psicoanálisis que dirige Krauss de forma un tanto rudimentaria, bien es verdad. Aún no hay diagnóstico.La necesidad hizo recular a los dos entrenadores a la hora de repoblar sus defensas con el fin de copar su parcela de terreno. El Alavés se sabe esa lección, más que por entrenamiento por la versatilidad de sus futbolistas. A Astudillo cualquier campo se le queda pequeño para su movilidad. Pablo, cubre el espacio sin correr: le basta su pierna izquierda. Con esos dos argumentos, el Alavés hizo de la necesidad (defenderse), virtud (controlar el balón y atacar con inteligencia).

A idénticos esquemás, la actitud y la calidad son factores determinantes. El Alavés se adueñó del balón y del criterio del partido hasta intimidar absolutamente a la Real, demasiado ocupada en aprender sobre la marcha un sistema que no ha practicado en las últimas dos temporadas. Ni siquiera la posición centrada de De Pedro le otorgó raciocinio alguno, simplemente le alejó de Aranzabal y así se perdieron dos jugadores en vez de uno.

El Alavés lo hizo casi todo en el partido. Marcó un gol, se marcó el empate en propia puerta en un extraño disparo de Rekarte, malgastó una buena porción de ocasiones y tuvo el balón casi siempre con sabiduría. Con el mismo esquema que la Real, el Alavés sí atacaba y transitaba por el campo con el orden que se reclama para jugar al fútbol. La movilidad de Kodro y Magno permitían estirar y juntar al colectivo, sacando a la Real de sus casillas. El equipo donostiarra demostró toda la inseguridad que le atenaza. Krauss quiso juntar más a sus jugadores, pero no se extrajo ni una sóla ídea de su cajón. La Real cambió de guión y se acercó un paso más al precipicio de la clasificación. El Alavés, obtuvo un punto contable y unos cuantos de autoestima.