El festival de teatro de Sitges apuesta por montajes que pasen al circuito comercial

El esfuerzo por conseguir que los espectáculos incluidos en el programa tengan luego una salida en los circuitos comerciales es una de las principales características del 29º festival de teatro de Sitges (5 al 14 de junio). Eso afirmó ayer su director, Joan Ollé -que ha renovado en el cargo por un año-, para quien era muy importante escapar de un mal común a muchos festivales, cuya oferta, por culpa del riesgo o de la personalidad del creador, muere en el propio festival. El de este año es un festival sin grandes nombres, pero con creadores que, pese a no estar en el podium de los más reconocidos, reúnen méritos más que suficientes, subrayó Ollé. Entre las coproducciones del programa de Sitges figuran dos montajes con directores extranjeros. Se trata de Leonci i Lena, de Büchner, por de Sven-Eric Bechtolf, y Un somni, de la directora rumana -ya habitual en Sitges- Catalina Buzoianu. Como en anteriores ediciones, el festival ha potenciado este año la participación de compañías de los países del Este, en concreto de Hungría, Rumanía y la ex Yugoslavia. Entre los espectáculos incluidos en el programa figura La chantatrice chauve, dirigido por Gabor Tomba, la pieza de Lluïsa Cunillé, dirigida por Xavier Albertí, Dotze treballs así como dos espectáculos del Teatro Corsario, presentado por Ollé como uno de los más importantes de España. En el apartado de danza, destaca Woyzeck ou l",bauche du vertige, con coreografía de Josef Nadj, y en música destacan los Sonetos del amor oscuro, homenaje del actor húngaro Laszlo Galffi a Lorca.