Sobre el Ballet Nacional de Cuba

Yo, que soy natural de Toledo, de nacionalidad española, que jamás he visitado Cuba y que tengo la suerte de compartir mi trabajo con la compañía del Ballet Nacional de Cuba, me siento en la obligación de hacer algunas rectificaciones y/o aclaraciones a la crónica del señor Roger Salas (EL PAÍS, viernes 26 de agosto).

1. La organización del BNC no repartió ramos de flores y cadenetas, sino que este hecho obedece al criterio escénico del escenógrafo del ballet titulado Cleopatra eterna, que el día del estreno se empeñó en arrojar flores o bien desde el peine del teatro, o desde el puente, o de entre cajas, posibilidades éstas que no se podían realizar por motivos técnicos, debido a lo cual decidió arrojarlas desde el patio de butacas.

2. En la nómina de técnicos del BNC, escasa para el trabajo que se pretende realizar, no hay ningún "técnico camuflado" de "comisario(s) político(s) atento(s) a cualquier desvarío". La escasa nómina se compone de: un regidor, un maquinista, un utilero, un sonidista, un técnico de luces y dos sastras. La nómina de técnicos de cualquier compañía similar es bastante más abultada y, desde el punto de vista del que suscribe, la del BNC es insuficiente.

3. Ningún miembro de la nómina del teatro Albéniz notó el "confuso colofón" que se produjo al final de la representación.