Eutanasia respetuosa

He leído la carta de Guadalupe Alsina oponiéndose a la eutanasia pasiva y activa por considerar que su solicitud obedece a la desesperación de la soledad del enfermo, y propone como alternativa mejorar la asistencia médica. Desde mi condición de presidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente, desearía expresar un par de ideas.Oponerse a la eutanasia voluntaria pasiva equivale a negar el derecho a rechazar tratamiento médico, y esto es grave, porque un tratamiento forzado equivale a la violación del cuerpo de una persona. Además, no sólo ha de respetarse la decisión del enfermo que todavía puede hablar; también debe tenerse en cuenta la que expresó en su testamento vital para el caso de que alcanzara un estado irreversible en el que ya no pudiera comunicarse, si no ha sido rectificada.

En cuanto a la eutanasia activa, es cierto que su solicitud en algunos casos puede obedecer a la desesperación del enfermo, pero suponer que siempre ha de ser así es una muestra de intolerancia. ¿Mejorar la asistencia? De acuerdo, es algo imprescindible. Debe mejorarse en dos aspectos al menos: debe mejorarse en el aspecto humano para que el enfermo permanezca dueño de sí mismo, en un estado de serenidad adecuado para tomar decisiones importantes, y evitando actitudes paternalistas que asfixien su capacidad de autodeterminación, y debe mejorarse en el aspecto material para suministrarle un eficaz tratamiento de sus dolores y sufrimientos. Pero no podemos ignorar que el tratamiento paliativo a veces acorta la vida del enfermo, de modo que encontramos una frontera muy borrosa entre tratamiento del dolor y eutanasia activa. ¿Quién ha de poner los límites? Quienes creemos en la libertad y en el derecho a la intimidad, recogido en nuestra Constitución, defendemos que sólo el enfermo tiene ese derecho. Aceptar esto es aceptar la eutanasia voluntaria.-

Presidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente.