Un balandrista olímpico en Tokio
A los cursillistas que acudieron al sanatorio de Santa Clotilde les ha maravillado por la autodisciplina, la titánica capacidad de trabajo y su extroversión a la hora de enseñar. "Su mente y sus manos nos han enriquecido", es el testimonio de uno de los jóvenes cursillistas."La cara", es otra de las teorías del profesor, cambia con la moda, el tiempo y el carácter del país. En estos momentos, por ejemplo, la televisión y las revistas han impuesto un tipo de belle za universal que corresponde a la del tipo caucásico-europeo".
Eminentemente estudioso, Ortiz Monasterio proyecta ahora operar fetos con labioleporino, a través del útero. Ya ha empezado con ratas y monos. "Saco los ratones del útero y les reparo el labio y los del resto de la camada me sirven de control". Manejando el microscopio y la lupa de seis aumentos está logrando el perfeccionanúento del diagnóstico del feto de labio mellado por vía intrauterina.
Cultivador del arte, la historia y la arqueología, este fibroso científico de 1,80 metros de talla y sólo 59 kilos de peso, se ha sentido marinero muchos años a lo largo de su vida.
"Véleo todavía en los lagos cercanos a la capital de México y en 1964 llegué a formar parte del equipo olímpico que representó a mi país en Tokio tripulando un finn, embarcación para un solo tripulante que es algo así como un potro salvaje. Digamos que no obtuve medalla pero tampoco estuve entre los últimos". Tripulando este mismo tipo de embarcación, ha conseguido una medalla de Oro en Seul otro médico español, José Luis Doreste.
En Santander diez pacientes, niños y adultos, han visto corregidas sus narices de jiba ósea o desmesuradamente anchas por este prodigioso arquitecto de la belleza plástica que en la clínica de México, donde atiende sus compromisos privados, suele cobrar 3.000 dólares por intervención quirúrgica, es decir, unas 350.000 pesetas.
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