Contra las inundaciones

Todos los años los levantinos padecen las inundaciones que todos conocemos. Me atrevo a pronosticar más avenidas para los años venideros, a pesar de los posibles e inútiles esfuerzos del Ministerio de Obras Públicas (MOPU) en realizar obras de encauzamiento, diques, presas, etcétera.Como es sabido de todos, estas avenidas están directamente ligadas a la paulatina desaparición -incendios, pastoreo, etcétera- de la cubierta forestal. Dichos posibles y futuros trabajos del MOPU pueden resultar inútiles, como se ha visto en ocasiones anteriores (Tous, inundaciones de 1982, etcétera), si no van acompañados de una eficaz política de reforestación.

Pero, ante todo, es muy importante recordar y divulgar algunas leyes de hidrología. El poder de retención y filtración que ofrece un terreno cubierto de una masa boscosa -aunque sean pinos- optimiza el correcto flujo del agua incluso en los casos más extremos, llegando ésta a los arroyos y ríos sin el exceso de partículas en suspensión (Iodos, etcétera), lo cual favorece el poder erosivo de la masa líquida.

Por ello, no se necesita construir muros de contención, ya que el propio río, libre de una gran parte de materiales en suspensión, se encarga de erosionar y excavar su lecho, profundizándolo. Como consecuencia, se imposibilita el desbordamiento. Los embalses también tienen una misión reguladora, pero ¿cuál es su utilidad si éstos se llenan de sedimentos, Iodos y arenas?

La única solución razonable, ecológica y natural es devolver al suelo la protección forestal que la naturaleza le dio desde los orígenes de la vida. Para ello, un plan nacional de reforestación de las cabeceras y cuencas de los ríos y embalses es la única garantía de que, a medio y largo plazo, ya no se produzcan inundaciones.- Ingeniero de montes.