Una cena multitudinaria alteró el despliegue de medidas de seguridad

El plan de seguridad de la cumbre hispano-francesa denominado por la policía operación Luna, se vio sensiblemente alterado, cuando la dirección del hotel Princesa Sofía, residencia de los ministros españoles y franceses, comunicó que, en uno de los salones del hotel, se iba a celebrar una cena de 700 comensales. La noticia, recibida en la Jefatura Superior de Policía en la misma tarde del viernes, horas antes de la cena, provocó la alarma de los responsables del plan, que tenían órdenes de cachear a todos los clientes del hotel.El jefe superior de Policía estuvo a punto de solicitar del gobernador civil que prohibiera la celebración del acto, pero la cena, organizada por un diario deportivo barcelonés, pudo celebrarse al fin, al habilitarse una entrada de emergencia al salón donde estaba previsto el ágape. Esta solución evitaba el paso de los invitados por el hall del hotel, cuya vigilancia fue reforzada con una mayor concentración de efectivos policiales en el interior y el exterior.

El jefe superior de Policía de Barcelona, Agustín Linares, responsable del plan Luna, en el que han participado 500 policías, explicó ayer que "a excepción de Miguel Boyer y Manuel Marín, que se quedarán el fin de semana en Barcelona, todos los demás ministros abandonaron la ciudad sin problemas". Linares agregó que durante la celebración de la cumbre "sólo tuvimos dos alarmas: la sospecha de que unos presuntos terroristas iban a llegar a Barcelona en dos vehículos belgas, de los que conocíamos las placas, y la manifestación de trabajadores de la firma Montesa que dispersamos en Pedralbes".