El macho en casa

El filme arranca con un marido que acaba de perder su trabajo y se incorpora a las tareas domésticas, mientras simultáneamente su esposa comienza a cuidarse de traer un sueldo al hogar. Durante un buen rato, toda la comicidad del filme descansa en el pretendido ridículo que se deriva de que un macho sea quien cambie los pañales, acuda al supermercado, acompañe a los retoños a la escuela o se ocupe de lo concerniente a la cocina, limpieza, etcétera. Y ahí es donde la película comete su principal error: si realmente hay comicidad en todo lo dicho, ésta descansa en la caricatura del machista típico, y para ello era necesario un actor como Charles Bronson, James Garner o Burt Reynolds, y no el muy correcto, pero blando, Michael Keaton. Cuando Howard Hawks desviriliza a Cary Grant, lo hace sabiendo que su intérprete es el prototipo de galán, mientras que lo que Dragoti pretende es que nos sorprendamos de las dotes femeninas de un actor de quien nadie duda las posea. Al margen de esto, la película saca buen provecho de temas clásicos, como el de la rebelión de los electrodomésticos, la parodia de títulos famosos -La matanza de Texas, Carros de fuego, Rocky, etcétera- o la crítica de la publicidad y la televisión. Son sus mejores bazas.