El problema valenciano

Soy asiduo lector de su periódico y veo con desagrado la política izquierdosa que mantiene en relación con el problema de la autonomía valenciana. Cae usted en la trampa guerrera de los socialistas, que enarbolaron la señera con banda azul en sus elecciones, y ahora, con los comunistas -siempre defendidos por EL PAIS- que enarbolan mociones procatalanas, de formando las tradiciones más importantes de la región valenciana, como su lengua con personalidad propia -cosa que usted desconoce- y, eso sí que es un dislate, como la denominación de reino, que sólo pretende históricamente oponerse a la descarada apropiación que "país" supone para las ambiciones seudoimperialistas de Cataluña. Y usted cae -digo- en llamar a un hombre ponderado, como Abril, que defiende con honestidad estos presupuestos dignos de un valenciano frente a un guerrillero peligroso, mal hablado, que nadie hasta ahora ha sabido, pararle los pies. Y usted -tremendo dislate- le hace el caldo a sus argumentos, propios de un dinamitero o petardista y nunca de un parlamentario digno. Pasa usted por alto sus insultos al jefe del Gobierno y a quien sea y, por el contrario, le hace sus gracias a sus implicaciones políticas, que pretende poner en peligro para usted la concertación autonómica nada menos porque uno de los partidos imponga por una mayoría inconsistente, insostenible, etcétera. Y como colofón garrafal de su elaborada crónica -todo un concierto de los problemas fundamentales del pueblo valenciano-, no, del que le cuentan a ustedes los socialistas, dése una vueltecita por esta región e infórmese seriamente de sus problemas, puestos en cuestión sólo por una minoría vergonzosamente politizante de sus problemas esenciales, o sea, sus tradiciones: lengua, bandera, denominación..., que yo creía, mientras había buena fe, podría ser, como usted insinúa, solución de compromiso. No, señor Cebrián; está usted mal informado, nada informado, desconoce los problemas de una región importante -éramos la tercera en ello-. Los valencianos no somos más.que gente callada, silenciosa, casi indiferente o apáticos mininfots; pero las últimas reacciones de los politicos no socialistas son los únicos que han recogido los alientos de ese pueblo valenciano que usted desconoce, que tienen derecho a una denominación no dependiente de nadie, a una lengua que ya tenían sin discusión filológica ni independentista y a una bandera que es la suya tradicional... No vale la pena insistir... Lamentar, eso sí, que cuestiones tan sagradas lleguen a manos políticas y periodísticas tan deformadas, calamitosamente deformadas, señor, Cebrián. Espero que estas reflexiones le abran un poco los ojos de su intelecto./Médico.