Ejecutados cuatro militares implicados en el fallido golpe de Estado mauritano
Cuatro de los implicados en el fallido golpe mauritano, los tenientes coroneles Abdelkader Uld Bah y Salem Uld Sidi y los tenientes Mustafa Niang y Dudu Seck, fueron ajusticiados en la madrugada de ayer en una base militar cercana a Nuakchot. Horas antes del fusilamiento, al que no asistió ningún observador extranjero, el presidente mauritano, Juna Uld Haidalla, había rechazado la solicitud de gracia presentada por los abogados de los cuatro condenados a la pena capital.
Los dos primeros eran considerados cabecillas del comando que, en la madrugada del día 16 de este mes, intentó apoderarse del edificio donde debía reunirse el Comité Militar de Salvación Nacional (CMSN) en presencia de Haidalla. Ambos pertenecían a la llamada Alianza para una Mauritania Democrática, opuesta al actual régimen de Nuakchot y sostenida, aparentemente, por algunas fuerzas marroquíes.El teniente coronel Abdelkader Uld Bah, quien se habría atribuido la responsabilidad del fallido golpe, había sido acusado por los dirigentes mauritanos de encabezar la conspiración de un grupo de oficiales, exiliados en Marruecos y Senegal, desde que creara el Frente de Oficiales Libres, en agosto de 1979, tras el nombramiento del teniente coronel Haidalla a la jefatura del Gobierno, a finales de mayo de ese año.
Interrogatorio de los golpistas e implicaciones de Marruecos
Una vez abortado el golpe, el Ministerio de Asuntos Exteriores mauritano difundió la versión de los acontecimientos y dio a conocer el contenido del interrogatorio de los golpistas, del que se desprende una implicación directa de Marruecos, lo cual ha sido rechazado reiteradamente por Rabat. Las autoridades mauritanas, que en las primeras horas consideraron la posibilidad de que Senegal estuviera implicada también en el golpe, debido a que los miembros el comando habían transitado por ese país, eximieron posteriormente a Dakar de toda responsabilidad en el compló.El rápido fusilamiento de los cuatro oficiales ha sorprendido, sin embargo, a los observadores, quienes estimaban que la magnitud real del fallido golpe no fue todo lo grave que afirmaron los medios mauritanos, en particular la agencia oficial de Prensa de ese país. Se consideraba factible que el presidente Haidalla diera prueba de clemencia, en aras de una política de reconciliación nacional que ha venido proclamándose por las autoridades de ese país desde que fuera constituido un Gobierno de civiles, a mediados de diciembre pasado.
A la búsqueda de cómplices
Estas previsiones no se han cumplido e incluso, es de temer que el grupo inicial de conspiradores, no superior a una docena de militares, según parece, venga a sumarse otro de posibles «colaboradores». El comandante Sow Samba, procurador general adjunto del tribunal militar que juzgó a los miembros del comando, ha indicado que continuarán las investigaciones que, según dijo, «sólo se han referido, hasta ahora, a las personas detenidas con las armas en la mano...».La liquidación física de los cabecillas del fallido golpe refuerza todavía más, si cabe, los poderes personales del teniente coronel Haidalla, pero no garantiza la estabilidad de un país sometido a una difícil coyuntura política internacional, como consecuencia de la guerra del Sahara occidental. La historia de los últimos cuatro años en Mauritania está llena de disensiones entre los estamentos militares y de un estancamiento progresivo del proceso de democratización de la vida política.
En este sentido, es significativo el deseo evidente de los actuales dirigentes de mejorar sus relaciones con el vecino Senegal, con la secreta esperanza, sin duda, de relajar las tensiones que siguen dominando entre la población negra y los beidans (blancos), que, en 1966, desembocaron en una serie de enfrentamientos sangrientos.
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