Blanco de todas las iras

La delegación provincial de Educación batió a principios del curso pasado todos los récords registrados en Madrid en cuanto a incidentes. Casi diariamente, a lo largo del primer trimestre, profesores en paro y vecinos de los pueblos cercanos se manifestaron ante s u sede; unos por su situación de desempleo y otros porque no había escuelas ni maestrosA últimos de septiembre, los periódicos recogían la noticia de que aún faltaban 8.000 niños por escolarizar en la provincia; los más atribulados, porque no encontraban plaza en centros estatales, y los menos, porque la falta de mobiliario, el retraso en la terminación de centros, el auténtico caos organizado en torno a la presentación de los maestros a sus puestos de trabajo, originó que en muchos colegios en bloque, y en otros parcialmente, las clases no empezarán hasta bien entrado el curso.

El delegado de Educación, Ricardo Jerez, tuvo que pedir la intervención de la policía en varias ocasiones para desalojar la sede de la delegación, que más de una vez fue ocupada al alimón por profesores y padres de alumnos, capitaneados por los concejales de educación de sus localidades. Es muy posible que a comienzos del próximo curso la situación se repita aún con más virulencia.